Dolores del Río es una de las figuras históricas de nuestro país de mayor relevancia y hoy les contamos qué onda con ella.
Decir Dolores del Río es referirnos al rostro sublime que el cine mexicano dio para el mundo. Poseedora de una elegancia y belleza personal que la convierte en el retrato ideal de la mujer mexicana.
Arquetipo insuperable que se exhibe con sutil provocación que casi parece un símbolo indígena digno de exportación. Fantasía cinematográfica camaleónica, al que lo urbano y marginal encuentra su mejor exponente.
1904 EL AÑO QUE NACE DOLORES ASÚNSOLO
En una casa con macetas de la calle de Seminario 28 (actualmente calle Hidalgo 311) en la ciudad de Durango nació en la habitación de fondo de la casa familiar Dolores Asúnsolo López-Negrete, hija de Antonia López-Negrete López-Negrete y Jesús Asúnsolo Jacques –una de esas pudientes familias de posición social y económica del norte del país–.
Tal como afirmaba la actriz Dolores del Río: “viví mi infancia en una casa tradicional de Durango, en cuyo patio abundaban las macetas” Ahí aprendió a convivir con la naturaleza y ser la consentida por las familias por ser hija única.
Su infancia transcurre entre esa casona familiar tan llena de flores y plantas y los albores de un movimiento armado: la revolución mexicana. Una mañana de 1910, cuando apenas Dolores tenía seis años de edad, su madre doña Antonia, la despertó y arreglo modestamente, de prisa, su padre le plantó un beso en la mejilla y salió sigiloso de casa.
Partió a los Estados Unidos. Dolores y su madre tomaron el tren para irse a la ciudad de México. La razón de aquella salida intempestiva de Durango era porque Francisco Villa había jurado matar al violador de su hermana Martina, hecho que tuvo lugar en las haciendas de la familia López-Negrete.
Al llegar a la ciudad de México, Antonia y Dolores fueron a ver al primo de su madre: Francisco I Madero, quién les ayudó para instalarse cerca de su casa, así Dolores y su madre rentarían una casa en las calles de Berlín 8 colonia Juárez. Y no sería sino dos años más tarde, en 1912 cuando volvieron a reunirse los padres de Dolores del Rio.
EL INICIO DE LA EDUCACIÓN PRIVILEGIADA DE DOLORES DEL RÍO
Dolores Asúnsolo fue internada en el Colegio Francés de las madres Josefinas en las calles de San Cosme. Mientras ella estaba internada la revolución mexicana se vivía en el norte y centro del país. Poco supo de esos años cruciales para México.
Ella estudiaba internada donde aprendió hablar francés, los modales y conductas de una mujer de su clase, sin saber que afuera en 1913, aquel 22 de febrero tras diez días aciagos y violentos por la lucha armada huertista, sus tíos Francisco y Gustavo Madero perdían la vida en manos del violento y traidor Victoriano Huerta.
Ya en la adolescencia, Dolores Asúnsolo viajaría con sus padres a Europa, por espacio de dos años entre 1914-1917 donde existen imágenes de ella bailando zarzuelas. Además a su regreso ingresó a la academia de Felipa López donde perdió la timidez que en su niñez y primero años de adolescencia tuvo.
EL BAILE, LA PRIMER PASIÓN DE DOLORES DEL RÍO
Dolores con quince años de edad tocaba las castañuelas, poseía un repertorio español variado: sevillanas, jotas, zapateado, zarzuela… poco a poco aquella niña tímida fue desapareciendo para dar entrada a una bella adolescente que perfilaba su gusto por las artes.
En 1919, su madre Antonia la llevaría al teatro Arbeu (más tarde Teatro Lírico) a ver a la célebre bailarina rusa Ana Pavlova; luego a la argentina Antonia Mercé… de ambas se inspiraba la jovencita Dolores para tomar un rumbo su vida que no quería que fuera de buena ama de casa y esposa ideal como se acostumbraba que fueran las mujeres de su clase.
DOLORES Y JAIME: LA ESCENA CÓMPLICE
En mayo de 1920 llegó al poder como presidente interino Adolfo de la Huerta, tras el asesinato de Venustiano Carranza; lo que dio cierta paz y aparente calma al país, lo que promovió la vida social y retomar las acciones a beneficencia para gente que había sido golpeada con el movimiento revolucionario.
Las familias acaudaladas del México posrevolucionario se unían para hacer labores sociales y de beneficencia, así es como Los Braniff, Lascurain, García Pimentel y Martínez del Río convocaron a la sociedad aristocrática mexicana a colaborar en el Asilo de Incurables de México.
Para tales fines, prepararon una obra de teatro La Orquídea azul que se estrenó el 21 de julio de 1920 donde actuaría Dolores Asúnsolo y es en aquella función donde conoce a Jaime Martínez del Rio. La amistad entre Jaime y Dolores se convirtió en noviazgo.
Era el novio ideal porque era un joven sin prejuicios, con gran gusto por el arte. Recitaba de memoria obras completas de Shakespeare, como lo describía Dolores del Río: “era hombre d gran sensibilidad artística”. El 21 de abril de 1921 en la casa de Berlín no. 8 colonia Juárez contrajeron matrimonio por lo civil Dolores Asúnsolo López-Negrete y Jaime Martínez del Río y ese mismo mediodía por la iglesia en la parroquia de la Inmaculada Concepción de las calles de Belisario Domínguez en el centro histórico.
Dolores Asúnsolo tenía 17 años y Jaime Martínez del Río 35 años. Viajó el matrimonio de Luna de miel a Europa acompañados por la madre de Dolores. En España conocieron al rey Alfonso XIII y a su esposa, la reina Victoria, ante quien Dolores bailó danzas españolas.
La reina en agradecimiento a su gesto por apoyare al Hospital de Carabanchel a beneficio de los heridos de guerra de Marruecos, le obsequió una fotografía firmada…
Aquí puedes leer la segunda parte de esta espectacular historia.
Sergio Almazán Periodista y escritor. Autor de libro: “Acuérdate, María”
TW:@salmazan71
OTROS TEMAS DE INTERÉS
- Contando historias: Vitola, el humor espontáneo del gesto
- ¿Te conformas con migajas de amor?
- Contando historias: Cantinflas
- El amor se construye, no se encuentra
- Contando historias: Pedro Infante: El macho sentimental
- La antítesis del desamor
- Contando historias: Sara García, la abuela que el cine inventó