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Contando historias: Pedro Infante: El macho sentimental

Para todos los que son uber fans de Pedro Infante, hoy viene Sergio Almazán y nos va a contar TODO sobre el llamado ídolo del pueblo.

septiembre 16, 2020

Sergio Almazán
Periodista y escritor. Autor de libro: “Acuérdate, María”
TW:@salmazan71

Sobre Pedro
Nació en Mazatlan, Sinaloa el 18 de noviembre de 1917, en el último periodo revolucionario del México bravío del siglo XX
En pleno auge del machismo y el inicio del cine nacional.
Pedro, es hijo de la revolución mexicana y el padre de la revolución del macho mexicano.
Este 2018 cumpliría 101 años
Es el máximo icono del cine y la música popular del país en el último siglo.
José Pedro Infante Cruz nació a las 2:30 de la madrugada en el Puerto de Mazatlán, Sinaloa, en la calle Constitución 88. Según lo registra su acta de nacimiento, en el año de 1917.
Apareció en más de 60 películas, y grabó más de 300 canciones
Por la película Tizoc (1956), ganó el Oso de Plata​ del Festival Internacional de Cine de Berlín al mejor actor principal, y el Globo de Oro​ a la mejor película extranjera.
Murió el 15 de abril de 1957 a los 39 años
Ningún ídolo popular ha logrado sobrevivir más que lo que vivió.
Junto a héroes nacionales como Zapata, Díaz o Juárez está Pedro Infante, ídolo por derecho propio del nuevo macho del siglo XX, heredero de la admiración total del pueblo y los intelectuales que han descrito con apasionada convicción las razones de idoloatría infantelesca.

Su infancia
Sus padres fueron: Delfino Infante García y Doña Refugio Cruz Aranda.
Es el cuarto de 15 hijos del matrimonio pero sólo sobrevivieron nueve: María del Rosario, Ángel (que también fue actor y cantante), Pedro, María del Carmen, María Concepción, José Delfino, María del Consuelo, María del Refugio y María del Socorro
A los 9 años aprendió el oficio de carpintero, más tarde el de peluquero y a los 16 años formó su primer grupo musical llamado La Rabia.
Con este grupo se presentó en cabarets donde cobraba 10 centavos por canción.

Los inicios de Pedro Infante
Ya casado con la única esposa legítima, María Luisa Rendón Rojas, en 1938 deciden probar fortuna y llegan a la ciudad de México.
Y en la XEB la estación radiofónica de la cigarrera “El Buen Tono” interpretó el tema de José Mujica “Nocturnal” y con éste se abrió paso a lo que un año más tarde sería su vida profesional: el cine y la música.
“Puedes irte de mí” es la primera película que el ídolo mexicano filma, inspirada en una canción del maestro Agustín Lara.
En esta cinta, sólo aparecía cantando.
Es hasta 1942 cuando hace su debut actoral en la cinta la feria de las flores al lado de Antonio Badú, Ma. Luisa Zea, Fernando Fernández y de ahí vinieron 58 películas más.
Elsa Aguirre, Blanca Estela Pavón (La Chorreada) Marga López, Silvia Pinal, Sarita Montiel, María Félix, Miroslava y Carmen Sevilla, fueron las mujeres que acompañaron el éxito de Pedro Infante.
Además de alternar con los actores consagrados y más cotizados de su momento: Los hermanos Soler, Jorge Negrete, Joaquín Pardavé, Sara García y Luis Aguilar.
Su director Ismael Rodríguez lo consagra en cintas como Nosotros los Pobres que lo convierte en el actor mexicano por excelencia.
Se cuenta, que era uno de los actores con mejor memoria y capacidad interpretativa.

El nuevo melodrama masculino: “Nosotros Los Pobres”
Con Pedro Infante se rompe el estereotipo del charro galán y empoderado, macho por traje y caballo para construir un nuevo macho pero sentimental.
Pedro Infante encarna al ídolo que transita del campo a la ciudad.
Es el obrero romántico que hace los oficios de la urbe que está comenzando a ser moderna: Es carpintero, es patrullero, es indígena a la mera emulación de Juan Diego en aquella cinta Tizoc; es director de música al interpretar a Juventino Rosas… es caballerango, es galán inmotal
Nosotros los pobres (1948) está cumpliendo 70 años y Pedro Infante sigue vigente como su personaje: Pepe el Toro, donde institucionaliza la pobreza y homenajea al macho sublime. Digamos hace una enorme presencia fílmica de la miseria como condición y la tragedia como consecuencia.
En sus registros actorales están las interpretaciones más definitivas del mexicano: ranchero enamorado, casto, sacerdote, humilde carpintero, boxeador, músico nacional, defensor de la patria, policía, indígena, nieto adorado, valiente indio de la sierra. Son los matices que alcanza Pedro Infante en su corta pero definitiva carrera artística.
En la figura del ídolo de la época de oro del cine nacional, se perfila el nuevo rostro urbano del mexicano: querendón, trabajador, honrado, seductor y sentimental.
Si Jorge Negrete representó la apuesta del charro engreído, Pedro Infante emuló el provinciano en la capital, el pueblerino con smoking, el jodido que sí la hace en la ciudad.
Pedro Infante hizo suyo el nuevo discurso ideológico de la modernidad en el cine, gracias a los libretos de Ismael Rodríguez a quien se le debe la cúspide del melodrama machista sentimental del torito, combinando la música y la vecindad como la máxima expresión de la microciudad entre paupérrimas habitaciones, desgracias físicas y emocionales y un destino desdichado como prueba de resistencia y sacrificio a fuerza de toda fe contenida en los close up de la paralítica (María Gentil Arcos) y la atención compungida de la pequeña Chachita (Evita Muñoz), para rematar la escena del carpintero en la vecindad con ese dueto musical de Celia La Chorreada (Blanca Estela Pavón) y José del Toro o mejor dicho Pepe el Toro donde interpretan la composición del maestro Esperón: Amorcito Corazón.
Añade a esta construcción del macho sentimental, esa sutil voz de medio tono que busca convencer hasta la lágrima y susurra canciones que pueden ser boleros rancheros, huapangos o valses todo con el gesto del que clama piedad amorosa.
Convence por romper los esquemas hasta entonces consagrados de los machos bravíos y empistolados para usar otras armas para seducir al espectador a grato tal que su gesto es digno de imitar y provocar querencias genuinas. No se distingue el sexo o el nivel socioeconómico: Pedro Infante hizo suyo un pueblo, una cultura y cuatro generaciones.

Sus Mujeres…
El amor filial: Su madre: Doña Refugio Cruz de Infante fue el gran amor filial de Pedro Infante.
La señora Refugio tenía el oficio de costurera, sus manos confeccionaron las prendas de sus hijos, inclusive de joven y ya siendo reconocido Pedro, ella le diseñaba sus prendas. Ya con fama, el artista le compró una casa y la rodeó de comodidades
Pedro se casó muy joven, a los 20 años con una mujer 10 años más grande que él de nombre María Luisa León con quien se vino a la ciudad de México, un año después adoptaron a Dora Luisa Infante hija de María del Carmen Infante, hermana de Pedro. Tampoco esta segunda hija o la mujer con la que se había casado fueron suficiente para el seductor Infante.
Posteriormente conoció a la bailarina y actriz Lupita Torrentera, cuando ella tenía solamente 14 años y él 30 años y con ella fue padre tres veces más: nacieron de esta unión Graciela Margarita murió siendo niña, Pedro Infante Jr. y María Guadalupe Infante Torrentera.
Hubo tiempo para más hijos, de su relación con la joven actriz Irma Aguirre Martínez, de solo 16 años y mejor conocida como Irma Dorantes, nació Irma Infante.
También tuvo amoríos con la guapa actriz Blanca Estela Pavón aunque ellos siempre lo negaron. Pedro Infante en una ocasión invitó a la actriz a volar en una avioneta en 1948, donde tuvieron un descenso algo complicado, sin mayores daños que raspones. Un año más tarde en 1949 la actriz muere en un accidente aéreo donde iba su padre Francisco B Pavón y su amigo Salvador Toscano el cineasta.

Su legado
Más de 300 canciones grabadas y 100 millones de copias vendidas de su versión al clásico tema Las mañanitas
Pedro Infante hizo suyo el cancionero mexicano de la primera mitad del siglo XX.
Compositores como exorcistas musicales de las pasiones del nuevo macho encontraron en la voz media de Pedro Infante su expresión, tal es el caso de: José Alfredo Jiménez; Rubén Fuentes, Manuel Esperón; Consuelo Velázquez; Gilberto Parra Paz hasta Chava Flores. Todos cupieron en su registro sonoro, en su repertorio que conquistó al país.
Haciendo suya la radio, no sólo en vida sino después de muerto con la Hora de Pedro Infante que por espacio de 12 años mantuvo a la fanaticada atenta al anecdotario real y ficticio pero al final ningún mito se hace solo de verdades, por ello se legitima y explica la presencia radial por más de una década con una audiencia fiel a su ídolo, a su devota herencia sentimental
Son 101 años los que se festejan en este noviembre 2018 del nacimiento del ídolo máximo nacional: Pedro Infante, el macho que supo llorar, perder por amor, defender por honor y consagrarse al sacrificio de un querer.
No hay registro de otra figura de la cultura popular que convoque un siglo después tan goce, imitación y curiosidad. Quizá sea porque Pedro Infante es la cumbre del sentimentalismo machista: Al final Pedro Infante vive su desgracia y su devota pasión lo salva. Pedro Infante vive porque el macho mexicano supo que también los hombres lloran.

De ídolo musical a fascinado piloto
Pedro Infante es ante todo un ídolo; sin precedentes en la industria mediática y popular mexicana.
Como dijo Carlos Monsiváis, no sabemos que Pedro Infante catnta bien o mal porque apenas comienza el Torito la primera estrofa de Amorcito Corazón o Bésame mucho para que la audiencia o más aún la fanaticada haga coro… Es el triunfo del artista sobre las emociones.
Junto al cine, la música y las mujeres, otra fascinación y su destino fue la aviación el 27 de febrero de 1954 le entregan su licencia de piloto aviador 447 con el nombre de Piloto Capital Cruz.
Fue socio de la empresa TAMSA y tuvo tres aviones, uno de uso personal.
Al día 15 de abril de 1957 el piloto Cruz había acumulado 2984 horas de vuelo.
Entre las 7:45 y las 8:00 am de la mañana en Mérida, Yucatán se estrella el avión de TAMSA con sus ocupantes el piloto Víctor Manuel Vidal, el copiloto Pedro Infante Cruz (Capital Cruz) y el mecánico Marciano Bautista.
También mueren dos vecinos. la noticia estremece a México.
Aquel 16 de abril de 1957 a las 10:55 de la mañana aterriza en la ciudad de México el avión que trae los restos mortales de Infante.
Miles de mexicanos asisten a su funeral, las viudas se suman como plañideras gratuitas, lloronas de corazón que sienten su duelo como la más grande pérdida nacional.
La voz unánime es Adiós “¡Amorcito corazón”! Es el ídolo, el que va ahí en esa carroza oscura como el mediodía que cruzará toda la ciudad en días de semana santa.
Es inconcebible, es insoportable. El dolor como diálogo y la viudez como silencio doliente.

septiembre 16, 2020