Estas son algunas de las cosas que la gente te dice y no son ciertas. Valeria Stoopen, alias L’Amargeitor, les explica.
Nadie nos dijo que sí, a veces, el rey es mujer
Crecemos escuchando que el rey es la máxima figura pero cuántas veces somos las mujeres esa figura. Cuántas veces en una familia es la mujer la que provee, resuelve, contiene, decide y saca adelante el reino.
Nadie nos dijo que nunca hay que hacerse chicos para caber, agradar, complacer, ser aceptados o pertenecer.
Nos dijeron que el objetivo es pertenecer… si pero… ¿a qué precio? ¿Y por qué? Porque si pertenecer implica diluirte, achicarte, dejar se ser tú y perderte a ti en el camino, cero vale la pena. Y además… ¿qué tal que justo lo que no quieres es ser parte de eso y buscar algo diferente?
Nadie nos dijo que nuestros bebés son personas.
Autónomas. Distintas a nosotros. Y que el mejor regalo que les podemos dar es, precisamente, la libertad de ser exactamente como son. Nadie nos dijo que no son nuestros. Son de ellos mismos. Que tienen su propia voz. Y visión del mundo… ¡maldita sea!
Nuestra labor es simplemente acompañar, contener, guiar, y ser ese lugar al que quieran siempre regresar justo porque aquí se sienten libres de ser quién son.
Nadie nos dijo que las pequeñas cosas cuestan mucho trabajo, pero son siempre el detonador de las grandes cosas.
No se trata de la motivación se trata de la disciplina. De hacer diario un poquito para llegar a tu objetivo. Seguro la gente te dice que qué barbara, estás guapísima pero no saben la friega que eso implica diario: Desde levantarte al ejercicio, suplementarte, fijarte qué comes, qué piensas, cuánta agua tomas, con quién estás, cómo te procuras felicidad, todas esas cosas influyen en el resultado.
Por eso es difícil lograrlo porque es una chamba poco glamorosa eso de ser disciplinado, es talacha pura pero es la que abre las minas de oro, para cualquier cosa.
Nadie nos dijo que querernos tal como somos es el reto más importante que vamos a enfrentar en la vida.
Remar contra la corriente del sistema, de la sociedad, de la red social, de lo que escuchaste a tu mamá decirse a ella, de lo que dicen los demás de ti.
Navegar contra la corriente de tus discursos internos para hacer la paz contigo es un deporte de alto riesgo y un acto subversivo eso de aceptarte como eres cuando todo el entorno te dice que así no es. Que hay que ser mejores, que nunca es suficiente, la talla, el pelo, la ropa, el carácter, tus modos, tus miedos y tus elecciones.
Nadie nos dijo que, todo, tooodo, en la vida de pareja se trata de uno mismo, no del otro.
La pareja es como la clase abierta de quién eres tú. Es el espejo más importante, en donde puedes ver lo mejor o lo peor de ti. Nada es “culpa” del otro, todo es tú decisión, qué aceptas, qué das, qué permites, cuánto compromiso tienes contigo mismo para evolucionar, aprender, crecer, modificar conductas o tomar decisiones.
El otro solo viene a apretarnos los botones que ya teníamos instalados… Lo que nos dispara no es su responsabilidad, es nuestra porque tiene que ver con cosas que nosotros no tenemos resueltas.
Nadie nos dijo que los buenos amigos son la tabla de salvación para los momentos cabrones de la vida y los mejores regalos para cuando se trata de celebrarla.
El príncipe azúl definitivamente, son los amigos. Ellos son los que te salvan cuando la vida te arrastra, hay que hacerse la costumbre de invertir en los amigos, procurarlos, apapacharlos, saber en qué anda, dar seguimiento a sus vidas y estar ahí porque un día, cuando la vida se te ponga difícil, vas a necesitar hacer un cash out y si no estuviste, no van a estar.
Nadie nunca nos dijo que la vida es para vivirla.
Yo me quiero tomar el vino. Celebrar mis canas. Aprovechar mi experiencia. Y aprender a quererme exactamente como soy. Al que le guste, qué bien. Al que no…no es mi problema.
Es que qué liberacion ser uno mismo y desobedecer!!! Lejísimos de ser obedientes, la misión en esta vida es encontrarnos a nosotros mismos, elegir el camino que más nos guste, cambiar de opinión, probar cosas nuevas. ¡Enseñémosle eso a los hijos!
Nadie nos dijo que hay que alimentar el seso y olvidarse un poco del peso.
Que tortura eso de vivir en guerra con uno mismo. Esto es lo que nos tocó, claro que hay que cuidarlo porque queremos poder seguir subiendo escaleras, cargar nietos o maletas o lo que quieras cargar, y a nadie le estorba que no le aprieten los pantalones pero de ahí a vivir comiendo pasto licuado y vivir se malas porque tienes hambre… no vale la pena. Tus kilos no te definen, te define tu cerebro y el tipo de persona que eres.
Nadie nos dijo la cantidad de trabajo personal – y de tiempo y dinero – que es necesario progresar y encontrar algo parecido a la felicidad.
Es que la única manera de procesar los millones de cosas que nos dijeron y las que no son ciertas es yendo a terapia… Trabajar en ti. Conocerte a ti, regularte a ti. Ser feliz contigo antes que con nadie. Y estar siempre abierto a ser “enseñable” y a seguir aprendiendo de ti y de los demás.
Y eso sale carísimo y son muuuchas horas sentado en terapia, o leyendo, o en un curso o viajando o donde sea que vayas a buscar paz mental, la introspección y auto observación es un trabajo celoso, cotidiano, y cero veloz. Nadie nos dijo lo que duele ver sufrir a tus papás y que algún día el mundo seguirá dando vueltas sin ellos.
Y las cosas que sí nos dijeron pero que no son ciertas
Que la vida es una aventura “extraordinaria y placentera”. Aunque sí hay aventuras extraordinarias y placenteras, un chingo de veces se siente como un viacrucis. Pero el hecho de que se ponga pinche, no quiere decir que no podamos gozarlo.
Que todo, “siempre va a estar bien”. Millones de veces todo va a estar mal.
Que “si quieres algo lo dejes ir y si regresa es tuyo”. Nada es tuyo, nunca.
Que “el éxito es tener más de todo en cuestión material”. La verdad es que las cosas realmente chingonas son imposibles de cuantificar en especie.
Que “la gente no cambia”. Claro que cambia, afortunadamente. Porque si el otro cambia para bien, seremos los alegres ganadores por estar junto a alguien que decide trabajar en sí mismo y ser su mejor versión. Y si cambia para mal, pues ya tenemos la prueba de por qué nos urge alejarnos de ahí.
Que “nunca estamos solos”. Sí estamos solos, todo el tiempo, y esa es la verdad verdadera. Al final del día, la vida es individual.
Que “equivocarse es fracasar y fracasar es perder”. A veces la única manera de aprender es echando a perder. Cagándola olímpicamente y aprendiendo cómo no se hacen las cosas, para hacerlas mejor.
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Especialista: L´amargeitor (Valeria Stoopen). Conferencista en empresas, escuelas y foros en México y Estados Unidos. Tiene una columna quincenal en Cuestione. Colabora en Opinión 51. Colaboró en Revista moi. Tiene 4 audiolibros en Beek: Rompiendo esquemas (y madres), Que dice la señora que siempre no, Pórtate bien, No queremos hijos felices. Es co-host del podcast La Burra Arisca. En sus ratos libres es curadora profesional de memes que comparte en sus redes sociales. Y es autora del libro Las cosas que no nos dijeron (y otras que sí, pero no son ciertas).
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