Gilberto Ortiz
Uno de los 3 mejores sastres del mundo
gilbertoortiz.com
FB: Gilberto Ortiz
gilbertootizosorio@hotmail.com
5514-1713
Cómo inició
• Proveniente de la región montañosa de una comunidad indígena mixteca, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía 12 años.
• Huyó de su pueblo natal, porque el pueblo quería linchar a su familia, pues su padre había ayudado a escapar el presidente municipal.
• Con una bolsita de manta, donde traía una muda de ropa, recorrió “mugroso y muerto de hambre” las calles de la ciudad.
• En ese deambular descubrió el oficio que lo enamoró.
• Llegó a la calle de las sastrerías y le impresionó mucho ver a un hombre alto, güero, ojos azules, manejando las tijeras, la greda, la escuadra. Fue tal la admiración que le preguntó si podía aprender.
• Fue su primer maestro, un alemán, llamado José Schroeder (confeccionó algunos de los trajes de Adolfo Hitler). Ahí, Gilberto comenzó como aprendiz. Limpiaba el negocio y pasaba todo el material de trabajo a los más de 20 empleados que laboraban en la sastrería, esto a cambio de poder dormir en el local y tener una comida al día.
Razones por las que México is the shit
• Después de un tiempo, su maestro le enseñó diseño y corte.
• “Uno empieza aprendiendo a hacer pantalones, chalecos, composturas y sacos, de ahí depende en qué te quieras especializar; yo me especialicé en la hechura de sacos”.
• Estudió 1 año y medio para hacer pantalones, faldas, vestidos.
• Otro año y medio para especializarse en hacer sacos.
• Y 3 años más diseño y corte.
• En ocasiones acompañaba a José a ver a sus clientes, entre ellos La Doña, María Félix, y aunque la actriz en un principio de mostró renuente de trabajar con Gilberto, en poco tiempo y con sólo 17 años, ya lo mandaba llamar para que le arreglara todo.
• “Gilberto, ya no vas a trabajar aquí”, le dijo José Schroeder. Después de seis años, Ortiz tuvo que dejar la primera sastrería que le abrió las puertas. Aunque él estaba triste y confundido, su maestro le dijo: “Tienes que ir a buscar tu destino y cuando me vengas a visitar, quiero buenas noticias”.
• Los clientes de Schroeder los desconocieron, ya nadie quería trabajar con él. Con el poco dinero que tenía ahorrado, se compró una máquina e hizo su primer sacó. Le pagaron tan bien que le alcanzó para comprarse más material. Se dedicó durante 3 meses a hacer sacos.
• Después, se cruzó en su vida la segunda persona que cambió su destino: Edmundo Calanchini, un empresario italiano que le abrió los ojos a todos los sastres mexicanos, le enseñó a cobrar, a trabajar, a valorar su trabajo y su tiempo.
• Su siguiente gran oportunidad llegó con Alberto Poo Collado, de nacionalidad española, le abrió la posibilidad de acceder a clientes muy importantes de clase alta, en donde los famosos y los empresarios se volverían sus asiduos compradores. Se hizo cargo de las tres boutiques de Alberto.
Los mexicanos son chingones y por mucho. Conozcan al equipo de robótica que nos representa
• En 1990, abrió su primera sastrería en San Ángel, luego se cambió a la zona rosa y empezó a tener grandes clientes como:
Joaquín López Dóriga
Juan Gabriel
Rodolfo de Anda
David Reynoso
Juan Torres
Cuco Sánchez
El reconocimiento
• La prestigiosa marca de telas londinense Scabal, lanzó una convocatoria invitando a un concurso de sastrería a nivel mundial.
En México, 11 personas, incluido él, tenían que entregar un su mejor traje. Tenía 3 meses para hacerlo.
• Gilberto, se inspiró en Benito Juárez, hizo un traje cruzado de 6 botones con camisa, le grabó las iniciales, y TODO fue bordado a mano.
• De los otros 10 mexicanos, fue el único que presentó su trabajo terminado, (lo terminó en mes y medio).
• Estaba seguro de que iba a ganar.
• Su traje fue el único mexicano en participar, y fue enviado a Inglaterra.
• Y así, en 2012, dentro de 52 participantes de distintas nacionalidades, fue reconocido como uno de los tres mejores sastres del mundo.
• No hubo, primero, segundo o tercero, los 3 fueron calificados así.
• Éste honor lo comparte con dos de los más respetables sastres de tradición europea: el inglés Richard Anderson —el más célebre de la calle Savile Row, en cuyas tiendas se han vestido clientes como la reina Isabel II— y el italiano Corneliani —reconocido por su legado en la confección de trajes.
El reto
• Por más de 20 años, Gilberto Ortiz dio servicio en una boutique ubicada en el número 209 de la calle Londres.
• Pero el negocio le fue arrebatado luego de que el dueño muriera, pues al predio le salieron cuatro dueños, quienes no entendieron del legado que había construido.
• Eso y una serie de circunstancias lo llevaron a enfermarme del corazón: se le tapó una válvula y dos arterias, lo operaron a corazón abierto.
• Después de su recuperación, Gilberto regresó a laborar en lo que más ama: la sastrería. Ahora atiende a domicilio y se prepara para un regreso que considera será todo un reto.
Su trabajo
• Su traje más barato cuesta 60 mil pesos, ya que importa las telas de Londres
• Su traje más caro, para compradores extranjeros, puede llegar a costar 31 mil euros
• Un traje como éste, puede tener entre 50 y 75 mil puntadas
• Las creaciones de Ortiz tienen una garantía de ocho años, pero él dice que dependiendo de los cuidados pueden durar más de una década
• Tarda en hacer un traje entre 80 y 85 horas.
Músicos que son un orgullo para México
Sus clientes
• FREDDY FARCA
• MARÍA FELIX
• JUAN GABRIEL
• LÓPEZ DÓRIGA
• POLÍTICOS
• EMPRESARIOS
Sobre la sastrería
• 1804 se inventó el primer traje, tal cual lo conocemos ahora.
• Gilberto dice que las verdaderas sastrerías, diseñan, crean y hacen trajes. No componen botones o arreglan bastillas, como últimamente se hace ver.
Una sastrería debe componerse de:
• Composturero
• Pantalonero
• Chalequero
• Faldero
• Modisto
• Maestro saquero (la especialidad más larga)
• Entre todos ellos elaboran los trajes y prendas
