Liliana Martínez Lomelí
Socióloga de la Alimentación, École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Francia. Directora y Fundadora de Fundación para la Alimentación y Desarrollo (México) y Spreading Knowledge Foundation (Miami, Florida). Columnista alimentación y sociedad “Punto y Como”, todos los martes en El Economista.
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Durante esta cuarentena está claro que una gran mayoría de nosotros hemos experimentado durante el confinamiento antojos o hemos comido por ansiedad. Más allá de estos hechos, hoy vamos a hablar sobre cómo ha cambiado nuestra alimentación en torno al COVID 19 y el distanciamiento social.
Cada año, grandes firmas de especialistas y medios especializados como The New York Times, la BBC de Londres, o Forbes, publican cuáles serán las tendencias en la alimentación del año. Para el año 2020, sólo algunas de estas tendencias es la que ha figurado en la forma en la que cambió nuestra alimentación en el año. Las otras predicciones no se hicieron realidad pues muy pocos medios, alcanzaron a ver venir la pandemia y lo que eso significaría a nivel global.
Las tendencias pronosticadas que no se hicieron realidad, fue que en el 2020 se creía que iba a haber un boom de los food halls, donde uno podría ir a degustar diferentes platillos de diferentes chefs, que iban a abrirse “Snack bars” y que se iban a eliminar los empaques de muchos de los alimentos que consumimos para ser amigables con el medio ambiente.
En contraste, por el distanciamiento social, ninguna de estas predicciones se hizo realidad. Sin embargo, algunas que sí están sucediendo, es el uso de la Inteligencia artificial para las plataformas de reparto de comida, y la concientización sobre el hecho de no desperdiciar tantos alimentos, y aprovecharlos a lo máximo.
Nuestra relación con la alimentación ha cambiado en los siguientes aspectos:
La forma en la que compramos alimentos.
Ya sea para surtir nuestra despensa o para comidas listas para comer, es un hecho que una gran parte de la humanidad que se concentra en las grandes ciudades ha tenido que echar mano de las nuevas tecnologías para poder acceder a ciertos alimentos.
Cuando hablamos de plataformas, evidentemente queda excluida gran parte de la población rural en México, pero no necesariamente los hábitos permanecieron iguales en relación a la compra.
Cuando empezó la pandemia, vimos cómo había compras de pánico alrededor de ciertos productos de limpieza, del papel del baño, pero también de ciertos alimentos.
Es curioso observar que los alimentos que más se consumieron en los países, fueron diferentes:
Por ejemplo, en Francia, uno de los primeros alimentos en agotarse y de los que incluso, se hacían bromas virales, fueron las pastas. En segundo lugar, el alimento más consumido fue la harina. Se entiende que las pastas sean uno de los más consumidos, pues además de rendir, responde a la base de cultura de trigo que es la que tienen los franceses.
En Estados Unidos, hasta el momento, la leche de avena, las carnes congeladas y las leches en polvo, fueron de los alimentos más consumidos después de los antibacteriales y los desinfectantes.
En México, aunque aún no contamos con estadísticas al respecto, se sabe que las personas prefirieron la compra de frijoles y arroz.
Las personas que tienen la posibilidad económica y de espacio, están haciendo compras para un mayor número de días de consumo. Existen reportes de comunidades rurales en Estados Unidos donde las personas han comprado alimentos para guardar hasta 1 mes entero (evidentemente, excluyendo todos los productos frescos y prefiriendo enlatados).
De vuelta a la cocina.
Es una tendencia en todo el mundo que las personas al estar en casa se han volcado a sus cocinas. Desde Oprah Winfrey haciendo una pasta, hasta Jennifer Garner horneando, Natalie Portman cocinando: todo mundo encuentra que en la cuarentena, lo mejor que hay que hacer además del home office y ver series, es simplemente cocinar.
Dentro de las predicciones del año, NADIE vio venir el resurgimiento de la cocina doméstica como una tendencia del 2020.
Existe una explicación sociológica al hecho de que muchas personas empezaron a hornear en sus casas: El horno y el proceso de preparación dan un sentido de logro, puesto que el seguir ciertos pasos, con un orden, da un resultado más o menos controlado. El estrés generalmente es ocasionado por querer controlar 100% situaciones que no siempre son controlables. Además, la actividad manual y mecánica es terapéutica para muchas personas.
Para quienes cocinaban antes del COVID, también cambió la actividad en cocina. La improvisación de recetas con ingredientes que se encuentran en la alacena (porque se evita salir a comprar un ingrediente que falta) ha hecho que las personas que gustan de seguir recetas al pie de la letra vayan adaptándose a lo que hay.
Algunas personas han tenido una tendencia a preparar alimentos que en otras épocas, no se hubieran aventurado a hacer por tiempo, o por los procesos de la receta: desde pan de levadura de masa madre, hasta pizzas hechas en casa, sushi o preparaciones lo suficientemente exóticas para no ser consideradas una comida “del diario”.
La cocina no es tampoco, una tarea romántica para muchos.
Se pusieron de moda alimentos preparados en casa en las redes sociales.
Desde el Dalgona coffee, hasta el panqué de plátano o la carlota de limón que a todo mundo le sale bien, las redes sociales se inundaron de recetas que todo mundo está reproduciendo.
Aquí se combinan diferentes factores por los que se vuelven tendencia ciertos alimentos: son lo suficientemente fáciles de hacer, pero también visualmente, son los suficientemente apetitosos para postear en una foto. Además, tienen un aspecto de novedad (el Dalgona Coffee) y de nostalgia de otros tiempos (la carlota y el panqué de plátano).
Para los más aventurados, algunos chefs famosos empezaron a compartir recetas en redes sociales o incluso, han hecho live streamings con el propósito de que la gente cocine con ellos.
Salir a comer cambió de sentido.
Salir a comer a un restaurante, en muchas ocasiones, es en realidad por la experiencia y por la compañía. En tiempos de salir a comer, las personas están redescubriendo el concepto de alimentación doméstica, pero muchas otras, están haciendo un esfuerzo solidario por mantener los negocios de restauración haciendo pedidos a domicilio.
El consumo de alimentos en restaurantes de alta gama se ha reducido considerablemente. Esto es porque cuando uno va al restaurante, además de buscar una experiencia sensorial en torno a la comida, generalmente implica un ritual que va en torno a la experiencia del restaurant y la compañía.
Muchos de los grandes chefs y propietarios de negocios de comida han establecido redes solidarias con sus empleados. Algunos otros chefs se han solidarizado y han llevado comida al personal de salud que se encuentra en los hospitales atendiendo a enfermos de Covid.
Los grandes chefs del mundo han empezado a compartir las recetas de las creaciones que los hicieron famosos.
En tiempos de confinamiento social, es cuando la mayoría de nosotros hemos dado el valor en nuestra vida cotidiana sobre lo que significaba salir a comer o compartir con familia y amigos.
¿Qué lecciones nos han dejado estos cambios en la alimentación?
Hablan de nuestra capacidad de adaptación, además de la capacidad que tenemos todos los seres humanos de solidarizarnos cuando hay una causa en común (como quienes se han propuesto salvar a los restaurantes).
Tal vez era tiempo de voltear a ver lo que teníamos en casa, y redescubrir que en actividades tan cotidianas, como para algunos lo es la cocina, revaloraríamos lo que significa la dimensión social de nuestra alimentación y lo importante que son nuestros rituales alrededor de la comida.