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Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra
encuentrohumano.com
¿Culpa por desear?
El deseo es un movimiento afectivo que nos impulsa a buscar algo que se quiere, apetece o necesita.
Suena extraño, pero en muchas familias el deseo tiene una equivalencia retorcida de pecado, egoismo o deslealtad, lo que activa los mecanismos de la culpa, que en el fondo lo que persiguen es alertarnos de la posibilidad de la exclusión si traspasamos esa frontera.
Bajo este esquema imaginemos al deseo como un brioso caballo que está cargado hasta su límite con pesadas cargas de culpa.
El deseo (que es personal) te impulsa hacia adelante, pero la culpa (por ser “malo” o “egoísta”) te lastra y te refrena.
Nuestra relación cultural con los deseos
Es muy común que en los cumpleaños se nos permita y hasta motive a “pedir un deseo”; pero no más de uno. En la carta a los reyes magos se nos dice que no pidamos mucho. Las historias de genios son de tres deseos y bien elegidos.
Desear posesiones y dinero es sucio.
Pensar en tener más que los demás es egoísta.
¿De dónde viene el deseo?
Surge de una vacío, cuando nos damos cuenta que nos falta algo que quisiéramos.
Si este vació no se llena de inmediato, o no se pierde más allá del impulso del momento, surge el deseo.
¿De qué nos sentimos culpables por desear?
Esto depende de qué nos hayan enseñado en la infancia y en la niñez, con base en el mito familiar de cada uno.
En general la culpa se dispara de la creencia tóxica de que, con nuestras acciones o nuestra existencia, hemos roto o dañado algo.
Estas creencias nos fueron inculcadas por la familia, la cultura o la sociedad y ya no se cuestionan. Incluso si no se está de acuerdo con ellas, la culpa les sale al paso de la mano de creencias tóxicas muy arraigadas.
¿Qué hacer?
Si la culpa es lo que no te deja moverte, date cuenta que con ese mero sentimiento ya estás pagando con creces cualquier falta cometida, pensando que fuera real y no una de las creencias tóxicas que ya describimos.
Deja de buscar razones para ser digno, mejor pregúntate qué cosas te repite incesantemente tu mente que hace que no te deje levantar siquiera la mirada y empieza a cuestionar esas creencias. ¿Es verdad lo que me está diciendo mi mente? ¿Es verdad lo que decían en mi casa acerca de esto?
Recuerda que deseo no es avaricia, sino el genuino anhelo de alcanzar algo que tu corazón quiere.
El deseo y la culpa hacen muy mala combinación, porque ni se obtiene lo que se desea, ni se disfruta lo que se tiene