Hace poco estaba hablando con Sean Grover, psicoterapeuta y autor de Nueva York, y me dijo una frase que se me hizo muy fuerte y muy cierta: “A cierta edad, uno tiene que aprender a darse órdenes y seguirlas”. Y es que ¡CLARO! Llega un momento en la vida en el que nosotros tenemos que ser nuestro propio padre o madre, nuestra propia autoridad, porque cuando uno es adulto, se manda solo, entonces hay que aprender a obedecerse a uno mismo.
¿Que si es algo fácil? ¡CERO! De hecho nuestro queridísimo Tony Karam, Presidente y Fundador de Casa Tibet México, nos explica que en la tradición budista, la disciplina es un pāramitā, o bien una perfección de la energía, porque alcanzar la disciplina significa que tenemos una conciencia y un dominio absoluto sobre nuestros actos.
Por eso me pareció importantísimo dedicarle una edición a este tema. Hoy más que nunca tenemos tan poco control sobre lo que está pasando a nuestro alrededor, que la única forma que tenemos de sobrellevar esto, es controlando ¡lo que sí podemos controlar! Qué comemos, cuánto dormimos, si hacemos ejercicio o no, cuánto, cómo y dónde trabajamos, cómo nos cuidamos… todo eso está en nuestras manos, pero sin disciplina, no se logra, se los digo.
Muchas veces les he dicho que hasta el hecho de levantarte todas las mañanas, bañarte, peinarte, vestirte, arreglarte, es un acto que te cambia el día por completo, ¿saben por qué? Porque la disciplina es una muestra de amor propio, de autocumplirte, de no romper las promesas que te hiciste, de seguir tus propias reglas y de ser congruente con lo que quieres. TODO ESO es la disciplina. Y para resumir, como dice Rebeca Mangas, “no hay nada más empoderador que poder decir, ‘Rebeca le cumple a Rebeca’”. Jajajaja.
De eso hablamos a profundidad en revista moi de agosto para que de una vez por todas se disciplinen.