No lo pudo decir mejor, “no tienes que llegar a la muerte o estar cerca de ella para tener un despertar”. Repensó su vida, repensó a la Eugenia que conocía y que ya no existía. Se reencontró, se levantó, reaprendió a caminar, a alimentar su cuerpo, a alimentar su alma y a redescubrir su propósito, su misión y cómo y dónde se quería parar nuevamente en este mundo.
Y hoy, después de un camino largo y cansado, da el paso más valiente y difícil de todos: ser vulnerable, frágil, cruda y expuesta enfrente de propios y extraños. Todo con el solo objetivo de servir con su historia a los demás. Hoy se comparte como nunca, dejando un libro como testimonio de su lucha y de su triunfo, para quien sea que en estos momentos necesite fuerza, inspiración y ejemplo.
Vivió lo que poca gente ha vivido, pero como bien decían mi abuela y mi madre, “no hay cruz chiquita”, y cada uno de nosotros hemos tenido nuestras muertes, reales o imaginarias, pérdidas, caídas, levantadas, días oscuros, casi negros.
Todos hemos sentido la desesperada necesidad de despertar a una nueva realidad, de encontrar la fuerza para seguir y la inteligencia y sabiduría para darle la vuelta, para transformar el profundo pesar en el principio de un nuevo y mejor capítulo. Eso es lo que ella hizo y sigue haciendo magistralmente, y por eso es nuestra portada. TODOS nos necesitamos a todos y déjenme decirles que una dosis de realidad y esperanza nunca están de más.
So proud of you my baby sis, you’ve come such a long way.