“¡Me lleva el diablo! Oficial, me acabo de sentir un tumor en el abdomen, el lazo izquierdo, arribita de la cesárea. Te lo juro, mi amor. Siente: ¡es una masaaaa! En este momento le hablo al doctor Garimaldo, que me reciba de emergencia y me haga un ultrasonido”.
Así amanecí hace dos sábados. Histérica, pidiéndole a todo el que se me topara en el camino que me tocara esa masa y me diera su opinión, desde mi cocinera hasta Rebeca Mangas, y así me fui al hospital a ver a mi doc. Me encueré, me puse la bata y me acosté en la mesa de exploración para ver en el monitor la tragedia.
“Martha, todo se ve bien”, me decía el doctor en tono de “cálmate”. “¡¿Y esa mancha negra, doctor?!”. “Esa es la vejiga”. “¿Por qué está tan callado? ¡¿Vio algo?!”. “No, no, no. Todo está bien. A ver, párate”. ¡Iiiiihhhh!, claro, no le dio paz el ultrasonido y quiere esculcarme. “¿Por qué parada, doctor?”. “Es que las hernias se sienten de pie”. Uuuuta. No es un tumor, ¡es una hernia! ¿Y si me tienen que operar, voy a quedar con una mega herida, y si no puedo ir a radio ni a trabajar? ¿Y si sí es algo malísimo? ¡¡¡Mis hijaaaaaas!!!
Conclusión: “No es nada, es tu aponeurosis”. “¿Y eso que es?”. “Tu grasa, tu musculo”. “¿La edad?”. “Pues sí, la edad, pero no tienes una hernia ni es un tumor”.
Salí del hospital feliz, feliz, ¡¡¡feliiiiz!!!, y me dije a mí misma: “Ahora sí, neta, sé feliz. Estás sana, no te vas a morir, ¡que increíble!”. Me puse a pensar en mi vida y en lo bien que está todo: en mis hijas, en mi familia, en Spiderman y en lo afortunada que soy, sobre todo porque no tengo un tumor escondido en la panza.
Por qué nos es más fácil dar gracias cuando nos salvamos de algo, dar gracias por lo evidente, cuando hay tantas otras cosas que no vemos, que damos por hecho.
Será que tenemos un ego tan grande que nos sentimos absolutos merecedores de lo que tenemos y, es más, en el fondo sentimos que merecemos demasiado y que la vida es injusta y nos lo debe.
¿Por qué necesitamos que la vida nos sacuda, aunque sea momentáneamente, para ser agradecidos? ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo ver todo lo bendecidos que somos? ¿Por qué no vemos todo lo que sí hay en nuestra vida?
La pareja, los actos de amor y servicio que recibimos todos los días de tanta gente que nos quiere, como de nuestros hijos; los buenos momentos que nos llenan de alegría y los malos, que nos llenan de sabiduría. Que estemos aquí, en este mundo, sanos o no tan sanos, pero aun vivos.
¡Estamos vivos! No nos dormimos con hambre, despertamos con un techo sobre la cabeza, tenemos una familia que nos ama, un par de buenos amigos, somos dueños de un cuerpo maravilloso que es nuestra mejor herramienta.
Sí, estamos vivos, y hoy tenemos una nueva oportunidad para decir: “Gracias”.
A doce meses del nacimiento de moi, gracias. Gracias por leerme, por leernos, porque esto nació por y para ustedes. Pero sobre todo gracias porque sin ustedes yo no sería quien soy.
Grattitude is an attitude.