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2024-11-18 02:33:57

El cajón escalera

Espero que la moi junio: Deja de tragar, los inspire para que ni hoy y en el futuro, bajen a la cocina a las 12 de la noche por culpa de un ataque de ansiedad.

junio 19, 2017

Tenía 5, ¡5 años! Si me iba a mi cuarto me vería mi hermana, 6 años mayor que yo, y seguro me acusaría. En el cuarto de tele estaban mis dos hermanos que ni me pelarían, pero mi mamá entraría en cualquier momento. Claro, ¡el clóset de abrigos! Ahí me metí con el frasco de crema de cacahuate en una mano y una cuchara sopera en la otra. Así comía peanut butter: a escondidas y a cucharadas. Mi mamá, como buena mamá setentera consciente, quería que me alimentara mejor y medía mi ingesta de grasa y azúcares. Pero cualquier esfuerzo suyo parecía unútil, jajaja.

Entonces mi mamá aplicó el plan B: escondió los panquesitos, galletas, chocorroles y todo tipo de delicias en los gabinetes más altos de la cocina. Si hoy mido 1.53 mts, ¡imagínense el tamaño pigmeo a los 5! Jajaja. ¿Mi estrategia? Abrir tooodos los cajones de la cocina para formar una escalera y, con mucho tiento, subirla hasta alcanzar esa puertita a 2 metros de distancia donde estaba el objeto de mi deseo.

Así ya se nace, con esa adicción e inclinación a los carbohidratos simples y azucarados, jajaja, no hay forma de que no. De ahí en adelante viví un via crucis. Mi mamá me preguntaba: «¿Ahora qué traes en la boca?», y yo me sentía una absoluta pecadora, una asesina serial, cada vez que me comía algo que sabía que no me hacía bien.

Les juro que tuve una infancia feliz y mi mamá es un amor, no vayan a creer que es la bruja de Hansel y Gretel. De hecho, cuando lea esto dirá: «¡Qué barbaridad, van a creer que era un diablo!».

Qué emociones habré aprendido a comerme desde muy chica, aún no tengo idea. Tendré que leer a fondo el texto que Adriana Esteva escribió en esta edición.

Lo que sí sé, es que ahora más que nunca, siendo México el segundo país más gordo del mundo y con tantas personas con diabetes, enfermedades cardiovasculares, presión alta, colesterol en las nubes y demás, necesitamos ser más conscientes de por qué comemos como comemos, lo que comemos y con la ansiedad e inconsciencia con las que lo hacemos.

Espero que esta edición los inspire para que hoy y en el futuro no bajen a escondidas a la cocina, a las 12 de la noche, por culpa de un ataque de ansiedad causado, más que por hambre, por los changos que nos aparecen cuando la vida está en silencio.

Bon «healthy» appetite!

Escuchen más, aquí: Deja de tragar

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junio 19, 2017