“Cuando Shelly llegó a mi consultorio, noté a una mujer sumamente atractiva. Ella era alta, risueña y simpática, tenia 34 años y no había tenido jamás una relación seria. Cuando comenzamos a charlar, Shelly me platicó sobre su infancia. Me dijo que había crecido con Donald, un padrastro bastante agresivo y alcohólico. Cuando le pregunté sobre sus relaciones, me contó que siempre estuvo junto a hombres abusivos que la maltrataban, denigraban y vejaban. A lo largo de las sesiones, nos dimos cuenta que el único modelo de hombre que había tenido Shelly, era su padrastro Donald. En ese momento, Shelly entendió que ella era una mujer que amaba demasiado…”
Jajaja. Me acabo de inventar esta historia inspirada en los clichés del clásico libro de autoayuda, me estoy carcajeando sola. ¡¿No es la típica historia?! Jajaja.
Si lo vemos así, la palabra “autoayuda”, junto con todos sus libros, suena cursi, superficial y hasta obvia, pero si removemos la forma del fondo, tiene un gran sentido: nos da una gran oportunidad para conocernos y entendernos, pulirnos y mejorarnos, crecer y, finalmente, madurar. La oportunidad de volvernos más sabios.
En realidad, aunque no siempre hablemos de psicología o del corazón, lo que hacemos en radio todos los días (y lo que intentamos hacer todos los meses en moi) es darles, o más bien darnos, la información para ayudarnos solos, a manera de terapia individual o, en el caso de nuestra familia de cuentahabientes, grupal.
Ahora, aunque en este número les hicimos una síntesis espectacular de los mejores libros de autoayuda (según el consenso de toda la redacción), recetarte este feature o diez, 20 ó 400 libros de autoayuda no es suficiente. Leer no basta, hay que “hacer”, entrar en acción y usar los aprendizajes todos los días, en cada momento.
Porque una parte de la misión de la autoayuda es hacerte sentir motivado, como con la idea de que todo es posible (que lo es), pero hay que ponerse a chambear. La verdad es que a la mayoría se nos olvida, y ya no damos el siguiente paso.
El gran reto es que al cerrar el libro, la vida, con toda su intensidad y drama, te están esperando ahí afuera.
Cambiar puede ser súper doloroso y duro. Quizá tienes que terminar relaciones tóxicas. Quizá tienes que dejar ese trabajo que te tiene “seguro” pero mega frustrado. Quizá tienes que deshacerte de amigos que lo único que hacen es arrastrarte a su remolino de sufrimiento.
Quizá vas a tener que ponerte cara a cara con personas dentro de tu familia que no creen en ti, que toda la vida te han dicho que “no puedes”, “que no sabes”, “que no vales” o que simplemente no te hacen bien. En el fondo te vas a tener que enfrentar a ti y a tus creencias. Pero, ¿no vale la pena si al final seremos más felices y tendremos más paz? Llorando y caminando.