Hace unas semanas alguien que trabaja conmigo me contó que se había aventado una súper bronca porque una persona de su familia nalgueó a una sobrina de 2 años. Me dijo que se puso como fiera porque le parecía increíble que, en pleno siglo XXI, sigamos pensando que un recurso para educar a los niños es utilizar la fuerza física.
Sé que para muchos es normal o no es tan grave darle una nalgada a un niño que contestó mal, hizo un berrinche o golpeó a alguien; muchas personas me han dicho “Pues mira, a mí me pegaban y salí bien” o el famoso “Más vale una nalgada a tiempo”.
Creo que hay una larga historia cultural que nos ha hecho aceptar el castigo o maltrato físico como un recurso para enseñarle a los críos cómo comportarse. A mí me parece que lo importante es pensar qué es lo que creemos normal y reconocer, honestamente, si está construyendo lo que en queremos los padres, que es formar hijos sanos, felices y plenos.
Hay algo que debemos tener totalmente claro: la violencia crece. Rara vez es sólo un manazo o cachetada. Por lo general empieza así pero conforme el niño crece, sus travesuras también suben de nivel y nos da “razones” más fuertes para castigarlos, nos sentimos obligados a aumentar la gravedad de la corrección.
En cuanto aceptas e incluyes la violencia como una herramienta en nuestro abanico de recursos para educar será difícil soltarla.
Estoy convencida de que los castigos físicos son formas sumamente equivocadas de criar y que tampoco se trata de cambiar el castigo físico por maltrato psicológico o chantajes emocional sino de aprender a de educar sin violencia, de ningún tipo.
Sé bien que muchos de ustedes crecieron con esta educación y juran que no tienen ningún trauma pero el riesgo que existe de producir un daño emocional a los críos nos obliga, como mamás y como sociedad, a buscar formas más sanas de enseñar valores.
Según un estudio publicado por Save The Children los principales motivos que tienen los papás para utilizar el castigo físico con sus hijos son: porque creen que es oportuno para su educación, para descargar estrés y nervios, y porque carecen de recursos suficientes para enfrentar una situación o de estrategias para conseguir lo que quieren.
Recuerda que los castigos físicos enseñan comportamientos dentro del miedo y sumisión, lastimando seriamente la capacidad de los niños para crecer como personas responsables. La violencia física en los críos:
- Daña su autoestima. Les genera una sensación de ser menos y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo.
- Les enseña a ser víctimas. Contrario a lo que la mayoría piensa acerca de la agresión, no los hace más fuertes cuando crecen ni los “prepara para la vida”, sino les enseña más a adoptar el papel de víctimas ante cualquier situación difícil que deban enfrentar.
Para que tengan una idea de cómo andamos, según datos de la Organización Mundial de la Salud un 23% de las personas dicen haber crecido con maltratos físicos cuando eran niños. Entre las consecuencias de este maltrato se encuentran problemas de salud física y mental duraderos. También se ha comprobado que los niños y niñas que han sido educados con castigos físicos tienen más complicada la integración social y les cuesta trabajo respetar cualquier figura de autoridad, ¿sabes qué significa esto en su escuela o en un trabajo?
Siempre se los he dicho, nuestra principal chamba como papás, es juntar todos los elementos que estén a nuestro alcance para educar seres humanos más plenos y sanos tanto física, como emocionalmente y no es con manasos o nalgadas que lo podemos lograr.