Esa frase es como de anuncio de whisky o camionetón 4×4: ya saben, en esos que siempre sale un tipo muy elegante, con la barba bien recortada, sin panza, que le abre la puerta a la damita y sabe usar todo tipo de navajas.
Me sigo imaginando y me quiero vomitar del aburrimiento.¡¿Quién iba a soportar a ese señor tan afectado?! ¿De qué platicará?
Entonces, ¿cómo son los hombres de verdad ahora? ¿Qué esperamos de los hombres? Estoy pensando en eso,cuando me invitan a comer a uno de esos restaurantes de platos de 600 gramos de T-Bone. Perfecto, es una buena oportunidad de hacer antropología por mi propia cuenta, porque ¿dónde más voy a encontrar tantos hombres poderosos y decididos?
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Estoy segura de que en el menú de ahí no te atormentan diciéndote cuántas calorías tiene el aderezo de mayonesa y el puré de papas que te piensas zampar.
En el lugar se oyen muchas pláticas muy animadas, en voz alta. En voz cada vez más alta, y entonces una señora grita:
-¡¡¡¿Qué onda caón?!!! ¡¡¡¿Vas a ir a Valle el fin?!!! ¡¡¡N´ombre, güey, se va a poner chingón!!!
Por Dios, me pongo a rezar, que no empiece a decir lo buenas que van a a estar las viejas ni a gritar cuántos cilindros tiene su moto nueva.
El hombre grita tanto como su ropa. Ya saben, la camisa de una talla menos a dos segundos de matar al mesero de un botonazo y el saco cortado como para Antonio Banderas, pero el señor tiene cuerpo de que se desayunó a Antonio Banderas.
Qué desesperación, eso que yo estaba oyendo no era para nada el estilo James Bond.
¿Cuántos de ustedes han visto que el 007 se ponga a gritar en alguna película:»¡Oye, caón!, ¡qué bien nos la psamos el fin, papaw!»? Cero.
No quiero al aburrido del anuncio de whiskey y menos si esa imagen viene con el audio del señor del restaurante. ¿A dónde se fueron los Cary Grant, los Gregory Peck, los Clint Eastwood, los Clark Gable y los Sean Connery? ¿Tendremos que irnos tan al pasado? Todos los que dije eran los galanes seguros de sí mismos, divertidos y útiles del siglo pasado. ¿Será que no siquiera existieron? Porque no les estoy hablando de las vidas privadas de esos actores, sino de sus personajes, que rescataban viudas en el Viejo Oeste, defendían a los inocentes y peleaban contra los espías malos, siempre sin quejarse y siempre con los zapatos bien cuidados.
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A ver, no les estoy pidiendo que se conviertan en vaqueros o en espías al servicio de su majestad la reina. Nadie les está diciendo que tienen que ser superhéroes, aunque yo ya tengo a mi Spiderman. Siento que le hemos hecho mucho daño a nuestras relaciones pensando que el hombre rescata y la mujer se deja, que el hombre no llora y la mujer habla de sus emociones, que el hombre los toalleros (una vez) y la mujer pone la mesa(todos los días), que el hombre es fuerte y la mujer sumisa…
Pero tampoco se trata de voltear todo al revés y que se entienda que, como ya no son unos príncipes azules rescatadores, ya no van a tener ni una atención o porque ya se vale llorar, van a venir con nosotras a quejarse de su jefe, y como ya no es indispensable poner los toalleros, no van a aprender nunca a usar un taladro. Y como ya no hay que ser fuerte, se vale dejarse la panza chelera porque #YOLO. ¡Qué horror!
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