Díganme si no les ha pasado: tienen que resolver un problema urgente, llegan en llamas al trabajo o a su casa y esperan que la gente reaccione con la velocidad que se necesita, pero ¡nooooo!, todo mundo sigue ahí sentadote, con su parsimonia, con cara de “dinos qué hacer”.
¡No lo soporto! Seguro que, si les ha pasado, ustedes mismos terminan resolviendo el asunto hechos unos enfermos. Y, como a mí, una vocecita interna les empieza a decir: “¡todo lo tengo que hacer yo!”, “¡seguro hay mil problemas por ahí escondidos de los que ni siquiera me he enterado, porque a éstos la vida se les pasa con toda la calma!”.
O, al revés, están apagando millones de fuegos todo el día y el jefe, que parece que no entiende nada, llega a pedir que preparen un informe para la noche, aunque no lo va a necesitar hasta dentro de un mes.
Entonces tienen que cancelar la cena con los amigos porque van a salir tarde de la oficina. “¡No puede ser que por ese inútil otra vez me voy a quedar a trabajar horas extra mientras aquella bola de desocupados se van a emborrachar!”, es algo que les encantaría gritar, pero no lo hacen porque necesitan el trabajo. Me puedo pasar horas contándoles injusticias de la vida que nos ponen furibundos, porque a veces creemos que la gente anda por ahí sólo buscando la manera de sacarnos de quicio.
Es que, de veras, ¡qué manera de sacar lo peor de nosotros tienen algunos! Pero, ¿qué creen? Aunque duela, resulta que hasta las gracias deberíamos darles a todas esas personas, porque nos ponen en contacto con nuestro “lado oscuro”.
La verdad es que no están sacando lo peor de nosotros, sino esas partes de nuestra personalidad y esas emociones que preferimos mantener escondidas. Y ese lado oscuro nos puede servir si sabemos cómo usarlo. Yo fui súbdita, porque creo que esa es la palabra, de Alejandro González Iñárritu en wfm, una de mis primeras chambas. Y creo que muchas veces sacó lo mejor de mí, aunque en ese momento creía que era lo peor. Para preparar este número, el Negro de veras que nos contagió de su obsesión.
A muchos del equipo nos puso en contacto directo con nuestro lado oscuro. Nos queríamos matar, pero, ¡¿qué tal el resultado final?! Y justo en este número traemos las instrucciones para entender esa sombra de nuestra personalidad, que, casualmente, es un tema que Alejandro toca en Birdman y en la conversación que tuve con él. No les voy a dar recetas, pero yo sí me puse a pensar: ¿de verdad los otros me quieren sacar lo peor? ¿Tengo en mí los recursos para ver las cosas de otra manera?
Learn & enjoy!