Mario Guerra
Terapeuta y tanatólogo
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Hay distintas formas en que una relación puede evolucionar.
1. Nos quedamos juntos para siempre.
2. La relación termina y cada uno sigue su propio camino.
3. La relación termina, pero de alguna manera la pareja sigue en contacto (hijos, negocios, propiedades, amistad, etc.)
4. Empezamos – terminamos – regresamos – volvemos a terminar – volvemos a romper y así, por muchos años e incluso toda una vida.
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Estas últimas son conocidas como Relaciones intermitentes.
¿Qué tan comunes son?
• Un estudio realizado por la Dra. Amber Vennum y sus colaboradores, y que fue publicado en el Journal of Social and Personal relationships en el 2014, en donde estudió a 323 parejas que cohabitan y 752 matrimonios de mediana edad, señala que:
• 37% de las parejas que cohabitan tienen patrones de intermitencia en su relación.
• 22% de estos ya tenían ese patrón desde el inicio de su relación.
• 23% de los matrimonios también los presentan.
• 12% ya presentaba este patrón desde antes del matrimonio.
• La conclusión de esta parte del estudio es que:
• Si presentaste este patrón de intermitencias en el noviazgo, es más probable que lo repitas en una relación de cohabitación.
• No sólo se da en las relaciones de noviazgo, sino incluso en los matrimonios, aunque es menos probable que lo hagas si te casaste.
• La razón es que en el matrimonio se ven involucrados factores que hacen más costoso, en muchos términos, separarse.
• Podemos decir que las personas que viven bajo este patrón las identificamos en su perfil de redes sociales con el estatus de relación en la modalidad de “es complicado”.
¿Por qué suceden?
• La ruptura suele en este caso tiene como característica principal la ambigüedad y claridad cada vez que se separan, dejando siempre la puerta abierta para el reinicio. Las rupturas suelen darse por:
• Rasgos de personalidad de tu pareja que te resultan intolerables.
• Insatisfacción/frustración
• Constantes peleas.
• Estancamiento.
• Deseo de salir con otra persona.
• El regreso depende en mucho del tiempo de separación, en donde las causas de la misma, a la distancia, no se ven tan graves o parecen más fáciles de solucionar y se piensa que “esta vez todo será diferente”. Entre las causas más comunes para volver están:
• Sentimientos románticos persistentes hacia la pareja (como cuando la separación más que voluntaria fue vista como un mal necesario).
• Creencias que esa pareja es “la pareja” de tu vida o “tu media naranja”.
• Extrañar estar en una relación (bajo la premisa de que una mala relación es mejor que ninguna relación. Pensamiento muy común de aquellos que no pueden o no saben estar en soledad).
• Personas que buscan la comodidad de estar en una relación.
• Aparición de posibles pretendientes para tu ex pareja, lo que la hace aún más atractiva e incrementa el deseo de querer recuperarle.
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¿Todas estas relaciones son malas o dañinas?
Eso depende del tipo o modalidad de que se trate. Existen dos:
• Las que capitalizan las transiciones.
• Estas parejas aprovechan las separaciones para reflexionar y buscan cambiar lo negativo en cada reconciliación. Hacen de sus rupturas una oportunidad.
• Las de separación gradual
• Estas parejas van y vienen sin hacer muchos cambios en su manera de ser o relacionarse y sustentan sus ires y venires en esperanzas y meras expectativas fantasiosas.
• Las parejas de esta modalidad suelen pasar mucho tiempo, incluso años, en ires y venires hasta que llegan a una ruptura final.
¿Qué problemas pueden causarnos las de la segunda modalidad?
• Pueden volverse adictivas:
• Bajo el concepto de refuerzo variable, en donde se alterna la esperanza con las decepciones, haciendo parecer que es cuestión de tiempo, persistencia o suerte un día ganar el “premio mayor”.
• Distintos estudios (que citamos al final) señalan que mientras más veces se caiga en el patrón de intermitencia “relación – ruptura – relación – ruptura”, las parejas sufren:
• Más interacciones negativas (problemas, discusiones, peleas, etc.)
• Más insatisfacción, basada en la calidad de estas relaciones.
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