Alessia Di Bari
Sexóloga y terapeuta
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Existe una delgada línea que separa lo que sucede en nuestra imaginación de lo que hacemos en la cama. El término fue acuñado por Freud y proviene del alemán phantasie, definido por él como la representación imaginaria de deseos conscientes e inconscientes que surgen de imágenes e ideas que, al ser recreadas en nuestra mente, generan en nosotros emociones y también excitación y placer.
A principios del siglo XIX, el padre del psicoanálisis las consideraba un síntoma de un trauma infantil olvidado, que podía vincularse o no a la actividad sexual, incluso al abuso. Sin embargo, este tipo de sueños diurnos –como también les llamó– no debían ejecutarse, lo que contribuyó a que éstos, a pesar de ser comunes, fueran considerados como una manifestación de enfermedad mental, lo que no es así, al menos no como regla general.
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