Mario Guerra
Tanatólogo y terapeuta
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¿Por qué entonces en muchas ocasiones buscamos ocultar nuestro dolor emocional y pretendemos hacernos los fuertes? ¿Por qué nos sentimos responsables de no “caernos” ante los ojos de los demás? ¿Por qué equiparamos la expresión emocional como signo de debilidad?
¿Qué es “hacerse el fuerte”?
– Es tratar de ocultar un dolor emocional, principalmente aquel producido por emociones o sentimientos de:
Tristeza, enojo, preocupación, miedo, vergüenza, rechazo, desamor, etc.
– Este ocultamiento es generalmente ante otros, pero también puede aplicarse al propio reconocimiento de sentirse mal, con la intención de no sentirse peor.
¿Cómo ocultamos nuestro dolor emocional?
Negación
– Cuando percibimos que una persona no está en un estado de equilibrio habitual, solemos preguntar cosas como:
¿Qué tienes, estás enojado / triste / molesto?
Te veo raro, ¿te pasa algo?
– Si a la persona le resulta incómodo exponer su dolor emocional, tenderá a utilizar la negación como mecanismo de defensa, respondiendo:
“No tengo nada, estoy bien”.
“Nada, es que me duele un poco la cabeza”
– Guardar silencio acerca de una preocupación o problema es otra forma de negar la preocupación que se siente.
Se justifica con un “¿para qué te decía, tú qué ibas a poder hacer?”
Falsa identidad
– En ocasiones la persona se aleja o aisla temporalmente de la vista de los demás, para no hacer evidente su malestar.
– Entonces se crea una “falsa identidad” de “fortaleza” donde el “deber ser fuerte” es el pilar que sostiene a este personaje ficticio.
El “personaje” puede ser fuerte, despreocupado, burlón, súper controlado, hiper racional, etc.
¿Por qué hacerse el fuerte y negar las emociones?
En general podemos decir que el miedo es el componente central de esta conducta:
Miedo al rechazo o la exclusión
– Porque fuimos educados bajo la creencia que era “debilidad” y “desventaja” mostrarse emotivo frente a otros o ante los problemas.
– Bajo el miedo a la invalidación emocional, que otros minimicen mi preocupación con un “no es para tanto” o “ya pasará”, pareciendo raros o ridículos. Si otros catalogan mi reacción como desproporcionada, entonces además sobrevendrá la vergüenza.
– Temor a que nuestra imagen se “caiga” ante otros si nos ven “mal”.
Miedo a que otros también sufran
– Por la fantasía de que se debe de ser el fuerte de la familia y que, si se demuestra “debilidad”, toda la familia se “caerá” por nuestra culpa…
Esto no deja de tener tintes de codependencia, pues nos estamos sintiendo más responsables por los sentimientos de los otros que por los propios.
Olvidamos que los demás también sufren y que, vernos “como si nada”, sólo los hará sentir raros o incomprendidos.
– Como si nuestras emociones fueran “contagiosas”.
Miedo a mostrar lo que se siente
– A que si muestras tu dolor a otros les estés mostrando tus puntos débiles y salgas más lastimado.
– La fantasía de que si dejo salir las emociones, estas nunca podrán parar.
Por ejemplo el llanto
Miedo a aceptar la realidad
– A que una relación ya no está bien, a que un familiar tuyo o tú mismo puedas tener una enfermedad grave.
Como cuando no vas al doctor porque “seguro no es nada” y “si vas no sea que me diga que tengo algo”.
¿Hay diferencia de género en esta actitud?
– En una forma de respuesta masculina, la evitación se centra en no parecer débiles, poco hombres o afeminados al expresar las emociones.
También existe la creencia de que los hombres deben resolver los problemas y proteger a los más débiles, lo que no podrían hacer si ellos mismos no están “fuertes”.
– En la respuesta femenina, el temor principal radica en parecer muy sensibles, exageradas, o que puedan provocar el enojo de su pareja, por ejemplo.
¿Funciona hacerse el fuerte?
– Reprimir la salida o expresión emocional no te hace reprimir las emociones.
El que le rompas la bocina al radio no significa que el radio no siga procesando la señal que recibe del exterior, sólo que ya no suena.
– Como todo mecanismo de defensa, sólo tiene beneficios temporales, cuando se hace por un corto período de tiempo:
a. Da la oportunidad a la mente de asimiliar hechos o información muy dolorosa.
b. Te permite actuar más adecuadamente en situaciones comprometidas.
Por ejemplo tu frustración en una junta de trabajo o tu enojo ante el jefe.
c. Nos lleva a aislarnos para poder pensar alguna estrategia de acción más racional y menos impulsiva que si hubiésemos afrontado un problema de inmediato.
¿Cuando deja de ser sano y qué efectos negativos produce?
– Cuando se mantiene esta actitud más como una forma de vida que como una reacción temporal.
– Negar la realidad te impide tomar acciones y decisiones sobre lo que ocurre, por lo que no encuentras soluciones.
– Fingir estar bien te aisla de la empatía de los demás, lo que a la larga acaba por dejarte solo.
– Te hace soportar situaciones dolorosas por largo tiempo; por ejemplo, una mala relación de pareja por creer que eso es lo “correcto”.
– Multiplica tus problemas, pues te hace sentir responsable por el bienestar de otros; entonces, llevas tu preocupación más la preocupación de no preocupar a los demás.
– Te impide buscar ayuda, pues al que “no le pasa nada”, nada necesita de nadie.
– Te vuelves rígido, irritable, intolerante y aislado, pues consumes mucha energía y haces ajustes muy precisos sobre tu conducta para no perder el control.
a. Aunque por fuera mantengas una imagen de relajación y aparente indiferencia o hasta un “no me dolió” o “al fin que ni quería”.
b. Esto te descontextualiza de los demás que sí reconocen lo que les ha dolido.
¿Qué hacer entonces?
– Recuerda que la expresión emocional es parte esencial de quienes somos.
– Recuerda que no eres responsable de los sentimientos o la felicidad de nadie más.
– Los que te quieren entenderán más que reacciones a lo que sucede a que te aísles, te molestes o no quieras compartir con ellos tu sentir.
– Hablar de lo que sientes es una buena manera de canalizar las emociones.
– Si tú no validas tus propias emociones, no esperes que otros lo hagan.
Conclusión:
Resulta paradójico que se nos enseñe que mostrar nuestra vulnerabilidad es signo de debilidad y que “hacerse el fuerte” es correcto como signo de fortaleza. Como ya vimos, el miedo es la principal emoción que nos mueve a ocultar lo que realmente sentimos, y eso no puede ser una señal de verdadera fortaleza en ningún tiempo.
La única manera de hacerte fuerte, es primero reconocer tu debilidad y luego hacer que eso cambie.