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#LoMejorDe… ¿Por qué sentimos envidia?

Todos la sentimos en cierto momento.

diciembre 25, 2015

Por-què-sentimos-envidiaEduardo Calixto
Neurofisiólogo. 
Consulta a nuestro especialista 


Perros y chimpancés tienen graduación de grado social de acuerdo a comparaciones; Jilgueros y canarios de acuerdo a su canto, hasta los pollos tienen un orden de picoteo. 

• Los seres humanos nos estamos comparando continuamente, nuestro cerebro es una máquina de comparación.
• Estas comparaciones nos dividen y nos generan malestar y a veces agresividad y conflictos.
• A los que tienen más o están más arriba en la jerarquía les envidiamos, y a los que tienen menos les despreciamos o sentimos incluso asco.
• Es muy difícil que los grupos y organizaciones funcionen sin una jerarquía. Incluso en las compañías más igualitarias los investigadores han encontrado jerarquías.
• Para el cerebro todo se relaciona con comparaciones y al final intenta dar algún consejo para superar este rasgo de nuestro diseño biológico.

Algunas cifras que reflejan que vivimos en una sociedad desigual:

• EUA es el país con mayor desigualdad económica entre todos los países desarrollados.

Por ejemplo, los ingresos en los últimos 40 años han pasado de ser 24 veces el sueldo de un trabajador medio a ser 185 veces ese sueldo medio.

• La riqueza del 1% más rico de EUA ha aumentado un 120% en los últimos 30 años y la de la clase baja un 4%.
• En EUA este problema lleva la connotación de que debido a la ética protestante del trabajo la gente cree que tenemos lo que nos merecemos, que si trabajas duro triunfas así que si eres pobre es tu culpa.
• A los pobres se les ve como incompetentes y se les culpa de su suerte por ser vagos, inmorales y estúpidos.
• La envidia y el desprecio son emociones que nadie quiere tener, que no nos gusta reconocer, porque nos dejan mal y dan una mala imagen de nosotros mismos. La envidia revela nuestras carencias y el desprecio nuestra moral.

Hay dos clases de envidia: la benigna y la maligna.

• Envidia benigna sería: “Me gustaría tener lo que tú tienes”. En algunos idiomas como holandés, polaco o tailandés, existe una palabra para este tipo de envidia (schadenfreude) que denota emulación, inspiración y motivación para mejorar.
• La envidia maligna sería: “Me gustaría que no tuvieras lo que tienes”. Evidentemente son las dos soluciones para igualar una diferencia cualquiera: o yo subo a tu nivel o te bajo a ti al mío. Luego está la emoción de la schadenfreude que es la alegría por la desgracia ajena y que ocurre cuando a alguien que envidiamos le salen las cosas mal.
• El desprecio es más difícil de reconocer. es algo comprobado que las personas de más estatus reciben mucha más atención que las de bajo. Va en el interés de los subordinados controlar lo que hacen los dominantes por lo que les pueda pasar. Sin embargo los dominantes no necesitan preocuparse de controlar a los débiles.
• De hecho, el silencio es la expresión más perfecta de desprecio.
• El desprecio es la ausencia de respeto, la falta de atención y la incapacidad de considerar al otro.
• Normalmente, somos menos conscientes cuando no hacemos caso o ignoramos a los que están por debajo de nosotros y nos duele mucho más la envidia que es más evidente para nosotros.

La imagen cerebral de la envidia y el desprecio.

• Un hallazgo impresionante es el siguiente. Hay una parte de nuestro cerebro que se activa cuando encontramos otra gente, especialmente cuando pensamos en sus sentimientos y pensamientos.
• Es la corteza prefrontal medial.
• La corteza prefrontal medial se enciende cuando encontramos a otra gente. Sin embargo, los grupos sociales que producen desprecio y asco (homeless, drogadictos, etc.) no hacen que se nos encienda la corteza prefrontal medial.
• Es como si no les atribuyéramos una mente y no esperáramos interactuar con ellos; como si los hubiéramos deshumanizado y les negáramos los atributos típicamente humanos.
• La envidia inicia cuando la discrepancia entre ellos y nosotros y que ellos son mejores.
• Luego tenemos que prestarles atención si queremos controlar nuestro propio destino. Pues bien, el detector cerebral de la discrepancia es la corteza cingulada anterior (CCA: o Giro del Cíngulo), la corteza frointal otorga proyección de tiempo y analogía inteligente de las circunstancias.
 Los estudios neurológicos de la envidia detectan activación de la corteza cinglada anterior.Como ya he señalado cuando pensamos en otras personas se activa la corteza prefrontal medial, por ejemplo cuando mujeres observan modelos de buen tipo lo que las pone ansiosas.
• Estudiantes que observan modelos en los que ellos querrían convertirse (gente de negocios, gente rica) también muestran activación de la corteza prefrontal medial (como ya he dicho no se activa ante gente que despreciamos).

El desprecio

• En cuanto a la firma neurológica del desprecio lo que vemos es una activación de la ínsula, que es una estructura que tiene mucho que ver con el asco.
• Reaccionamos antes los marginados como si estuvieran contaminados, tanto moral como físicamente.
• Y en la shadenfreude lo que vemos es una activación del estriado central que es parte del circuito de recompensa.
• Es decir, la desgracia de una persona envidiada activa nuestro circuito del placer.

La envidia y el desprecio dan lugar a problemas de salud y a conflictos sociales.

• Los poderosos o envidiados son vistos como fríos (por eso Bill Gates y otros hacen fundaciones humanitarias para añadir un poco de calidez a su alto grado de competencia) y la gente siente animadversión y resentimiento contra ellos.
• Se les ve como que han sacrificado una parte de su humanidad para triunfar y que son un poco autómatas o androides.
• También se suele pensar que están conspirando y en general esa envidia contra los privilegiados despierta deseos de hacerles daño.

¿Por qué nos comparamos?

• Para saber quiénes somos y dónde estamos, para proteger nuestra autoestima y para identificarnos con nuestro grupo, con nuestros iguales.
• Reitero todos los seres vivos tienen jerarquías y es esencial saber donde está cada uno para que no te caiga un chorreo por no colocarte en tu lugar.
• La comparación nos aporta información acerca de nosotros mismos y eso nos puede ayudar a mejorar.
• Se puede decir que la necesidad de compararnos tiene que ver con la necesidad de conocer y de controlar.
 También necesitamos sentirnos bien con nosotros mismos por lo menos, lo suficiente para salir de la cama por las mañanas- y para ello nada mejor que compararnos con alguien inferior.
• Margaret Canovan explica: “Se nos ha excluido del poder por políticos corruptos y una élite que no es representativa y traiciona nuestros intereses, ignora nuestras opiniones, y nos trata con desprecio”.
 Los grupos envidiados mantienen el poder pero no lo usan para el bien común y nos desprecian.
• Formisano está de acuerdo en que: “los movimientos populistas obtienen energía del resentimiento contra los privilegiados económicos que manipulan el capital, la ley y la política en su propio beneficio.
• Al nivel más crudo protestan porque muy pocos tienen demasiado; o muestran resentimiento contra dianas específicas, los ricos, corporaciones, políticos profesionales, élites profesionales o expertos, ingenieros sociales, burócratas, o como dijo un político populista de Kansas:” los aristócratas, plutócratas y todos demás ratas”.
• En definitiva, desde el siglo XIX son muchos los autores que han relacionado el populismo con el desprecio.
• Si la envidia y el desprecio tienen tantos problemas, ¿qué podemos hacer parra superarlas? Consejos contra la envidia y desprecio (difíciles de seguir):

1. Conozcamos mejor a las otras personas (los envidiados y los despreciados);

2. No presumamos de nuestros logros para no generar envidia: evitar hablar de lo buenos que son nuestros hijos, nuestro coche, nuestra casa de campo, etc.;

3. Evitemos las comparaciones incluso dentro de la pareja o con los amigos;

4. Reconozcamos los logros y lo bueno de los demás y cooperemos con ellos.

5. La clave para vencer la envidia y el desprecio es hacer que la gente se sienta más segura y valiosa.

Referencia:

Susan T. Fiske. Envy up, scorn down: how status divide us. Russell Sage Foundation 2011.

 

diciembre 25, 2015