Mario Guerra
Tanatólogo y terapeuta
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Sentirse un fraude es algo más común de lo que pensamos, especialmente entre aquellas personas que convencionalmente podrían catalogarse como exitosas. Esto, por supuesto, tiene un nombre y ese es “El síndrome del impostor”.
¿Qué es el síndrome del impostor? ¿Es una enfermedad?
• La American Psychological Association (APA) lo describe como un fenómeno que ocurre principalmente entre personas exitosas y que les imposibilita reconocer y aceptar sus logros como producto de sus talentos y/o habilidades.
• Quien lo padece frecuentemente atribuye su éxito a factores externos, como la “buena suerte”, y frecuentemente temen ser “descubiertos” por los demás como el fraude que creen ser.
• Aunque hasta la fecha no está reconocido como una patología o trastorno en el DSM-V, los expertos reconocen que se trata de una forma intelectual de duda sobre sí mismo.
¿Qué lo produce?
• La Dra. Pauline Rose Clance, quien describe este fenómeno por primera vez en los años 70´s dice que puede deberse a una de dos causas probables y ambas son en la infancia:
Causa 1: El mito familiar
• En la historia familiar hubo un hermano o familiar cercano que era visto como el “inteligente”, mientras que a la persona que padece este síndrome se le decía, directa o indirectamente, que era el/la “sensible”, “extrovertida”, “encantadora” o “muy sociable”.
• Entonces la persona nunca puede demostrar que es tan inteligente como con aquellos con los que “compite”, no porque no lo sea, sino porque la familia no lo reconoce.
• Frecuentemente al entrar a la escuela la persona se esmera, saca buenas notas, pero aún así la familia no reconoce la inteligencia y se la sigue dando al “inteligente”, aunque la evidencia pruebe que no lo es tanto.
• La persona por un lado alcanza grandes logros tratando de demostrar su inteligencia, pero por el otro de manera inconsciente cree ya el mito familiar y duda que sus logros sean debido a su inteligencia, sino a sus “encantos” y a los otros atributos con los que la familia le etiquetó.
Causa 2: El pedestal
• En este caso a la persona desde la infancia se le dijo que era muy inteligente, que desde bebé había sorprendido al mundo y que incluso aprendió más rápido que nadie a hablar o caminar. Era el bebé perfecto.
• Se le hace creer al niño/a que es superior a los demás y que no hay reto que no pueda vencer por sus extraordinarios atributos intelectuales.
• En la vida real, la persona empieza a darse cuenta que hay cosas que se le dificultan y que no lo puede todo con la facilidad que le dijeron que lo podría. Se siente con mucha presión para no defraudar a sus padres que le siguen viendo como un ser perfecto.
• Empieza a dudar de lo que sus padres le dijeron y, eventualmente, acabará dudando de sí mismo/a por el resto de su vida, porque, si no es el genio que le dijeron que era, entonces debe ser un impostor.
¿Cómo lo identificamos?
Puede presentarse de manera intermitente o sólo en ciertos contextos, especialmente el laboral o profesional.
• Te sientes como un fraude.
• Crees que no mereces el éxito que has obtenido
Atribuyes tu éxito a algo externo
• Buena suerte, casualidad o estupidez de los demás.
• Más que inteligente o talentoso, piensas que eres muy bueno para engañar a los demás para hacerles creer eso.
Minimizas tus logros
• Piensas que no es para tanto, que cualquiera hubiera hecho lo mismo o que todo se te puso en bandeja de plata.
Perfeccionismo
• Te presionas y presionas a los demás a tu alrededor para que todo, hasta el más mínimo detalle, salga bien.
• Te alteran los errores a un grado exagerado.
• Te vuelves inflexible y te castigas o castigas severamente los fallos.
• Muchas veces, al trabajar en equipo, prefieres acabar haciendo las cosas tú mismo.
• Te vuelves obsesivo en los detalles y pierdes mucho tiempo en ellos
• Como te esfuerzas mucho, crees entonces que esa tortura autoimpuesta es la prueba de que las cosas para tí no son sencillas como para los demás (cuando la realidad es que los demás no son tan obsesivos como tú).
Insatisfacción constante
• Piensas que en cualquier momento serás descubierto y exhibido públicamente como un fraude.
• Frecuentemente pronosticas el fracaso en lo que estás haciendo.
• La alegría que te dan los logros es muy pasajera y piensas que si esta vez no fallaste, seguro la siguiente vez sí sucederá.
¿Qué efectos causa?
Miedo al éxito
• Como tienen la seguridad de que es cuestión de tiempo para que sean descubiertos como un fraude, cada éxito agrega presión adicional porque cada vez se espera más de ellos.
Presión por no fallar
• Cada vez se estresan más por entregar buenos resultados, así que esto les impide disfrutar sus logros.
Angustia y depresión
• La necesidad de triunfar, como la creencia implícita de nunca poder hacerlo, hunde a la persona cada vez más en un círculo vicioso donde a mayores logros, mayor insatisfacción.
• Mientras más ganas, más tiene que perder.
• Sentimientos de soledad al sentirte juzgado e incomprendido; muchas veces te alejas de las personas que te quieran para no “defraudarlas”, aunque perdura una profunda necesidad de demostrarles que no eres un fraude.
¿Qué hacer?
• Distingue lo que eres de lo que piensas que eres.
• El que seas un fraude es más una creencia producto de una serie de pensamientos que tu mente produce, pero no todo lo que sale de tu mente es verdad. Evalúa estos pensamientos y confróntalos con la realidad.
• No eres un fraude, igual que no eres la persona más brillante del mundo, ni tienes que serlo.
• Distingue tus sentimientos de la realidad.
• El que te sientas estúpido o un fraude no quiere decir que lo seas de igual manera que una persona que siente ser un pingüino no lo es.
• Deja de querer demostrar la perfección.
• Hay personas que no te otorgan su reconocimiento simplemente porque no pueden hacerlo, no porque no haya cosas que reconocerte.
• La verdad es que hay cosas que haces bien y otras que no haces tan bien, exactamente igual que el resto de todos nosotros.
Si de verdad fueras un fraude, no estarías capacitado para darte cuenta de que lo eres.