Con Eduardo Calixto
Neurofisiólogo de la UNAM
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Al cerebro le es difícil llorar por más de 8 min consecutivos, de la misma forma, que no puede durar más de 2 min en una crisis convulsiva.
En el caso del proceso de dolor autoinfligido, el pensamiento, los recuerdos y los desencadenantes psicológicos/sociales empeoran las cosas:
El dolor se conceptualiza por más tiempo, pero no como un proceso activo, sino como una conducta aversiva y al mismo tiempo un procesamiento que a largo plazo genera la liberación de endorfinas, las cuales buscan reducir el dolor y generan placer.
En otras palabras, buscar el dolor y mantenerlo tienen un mensaje oculto: se puede a través del dolor obtener un placer que no se tiene.
El cerebro es capaz de incrementar la sensación dolorosa ante un estado emocional negativo.
Varias estructuras cerebrales se encuentran involucradas en el proceso: el tálamo y la amígdala los cuales son rápidos en la activación de identificar e interpretar el dolor. Sin embargo, los ganglios basales, el hipocampo, la corteza cerebral insular y cingular así como algunas estructuras diencéfalicas lo hacen con menor velocidad pero durante más tiempo.
La preocupación, la anticipación, el alcohol o drogas modifican el procesamiento del dolor iniciado por un proceso emotivo, alargándolo.
Existe una relación proporcional entre el proceso doloroso pasional y la generación de adicción o estado de abstinencia, ya sea a una droga o inducido por una persona. Es decir, que en paralelo el estado emocional negativo puede exacerbar el dolor y prolongar más dependencia y abstinencia por no tener a la persona amada a nuestro lado.
Es posible incrementar la sensibilidad a emociones negativas que generan dolor, lo cual se denomina hipercatifeia
Un ejemplo de esto es que ante cualquier sensación de abandono de la pareja -cierta o falsa- genera dolor en el pecho o abdomen, de forma gradual, constante o sensación de dolor muscular u óseo, el cual, puede persistir aun dándose cuenta la persona que es falso el origen de la preocupación, es decir aumenta la sensibilidad al dolor por el proceso negativo. Esto rompe con el estado fisiológico normal del cuerpo incrementando los niveles de glucemia, modificando la liberación de hormonas (cortisol, estrógenos o testosterona) Disminuyendo los estados de atención y memoria, incrementado el metabolismo cerebral y la inducción del sueño, se genera una estabilidad a través del cambio denominada alostasis, la cual puede llegar a ser crónica.
Ante un dolor emocional en el cerebro algunos neurotransmisores se modifican: la dopamina, la serotonina, disminuyen.
La adrenalina, el glutamato activan vías para reaccionar y alertar. El estado emocional se asocia a ansiedad, depresión, miedo y cambios en la atención.
El dolor emocional se procesa activamente en la corteza prefrontal y el giro del cíngulo, ambas cortezas cerebrales determinan el estado emocional del sufrimiento. Junto con el hipocampo lo introyectan a la memoria. Por lo que son las áreas cerebrales que mediante esfuerzos cognitivos controlan las emociones negativas, reducen el dolor emocional, dirigen la atención hacia la naturaleza transitoria de la experiencia momentánea. Limitan la elaboración cognitiva a favor de la conciencia a corto plazo para reducir la auto-evaluación negativa, fomentando la tolerancia e incremento para el afecto negativo y el dolor, y ayudar a generar auto-compasión y empatía.