El hígado está implicado en la mayoría de los procesos metabólicos y su salud se refleja en todo el organismo; por ello te presentamos la enfermedad que más comúnmente lo ataca.
Con Pablo Leytón
– La hepatitis consiste en la inflamación del hígado y suele tener diversas causas o ser indicio de algo mayor.
– El hígado está implicado en la mayoría de los procesos metabólicos
y su salud se refleja en todo el organismo
– La inflamación del hígado puede deberse a un traumatismo abdominal
– Formar parte de un cuadro clínico en el que la infección viral o bacteriana de este órgano sea uno de varios trastornos
– Manifestar tumores o acumulación de sustancias (en mayores de un año)
– Ser provocada por una toxina que interrumpe su irrigación sanguínea
– Sin embargo, estos contextos son poco comunes; en un niño por lo general se debe a una infección, que se clasifica de acuerdo al agente que la causa
Tipos
– Para identificar a los que provocan esta alteración se utilizan las siglas VH (virus de la hepatitis) seguidas de una letra del abecedario
– Que distingue la clase de microorganismo, los síntomas que causa y su tratamiento.
– Normalmente escuchamos de las variedades A, B y C, pero los especialistas incluyen D y E, además de otros virus, como el de la varicela.
Hepatitis A
Es la más común y se conoce también como infecciosa.
En los niños usualmente no origina síntomas, pero en adultos se llega a agravar al punto de ocasionar una falla hepática fulminante; la cual aparece de forma aislada.
El virus que la provoca (VHA) se encuentra en heces de personas infectadas, cuyas partículas pueden estar presentes en:
– objetos y alimentos
– ser ingeridas accidentalmente en el agua, la comida, la leche y sobre todo, en peces y mariscos que estuvieron en contacto con aguas residuales.
– Es posible que pase desapercibida en los niños debido a que sus signos se asemejan a los de una infección leve
– Normalmente se manifiesta por poco tiempo, y aunque no causa un padecimiento crónico, puede prolongarse hasta seis meses.
B y C, los menos frecuentes en niños
Principalmente por su forma de contagio, que implica la transmisión de la madre al hijo durante el embarazo o el contacto con fluidos corporales infectados.
Estas son sus características:
B. También llamada sérica, produce desde el simple malestar hasta una enfermedad crónica del hígado (que a la larga puede desembocar en cáncer)
C. Se transmite a través del contacto directo con la sangre infectada, ya sea por una transfusión o por perforarse con material que no fue esterilizado.
– Posiblemente sus síntomas sean parecidos a los de los tipos A y B
– Este virus puede conducir a una enfermedad crónica y es el principal motivo de transplante de hígado en Estados Unidos
Cómo detectarla
La única manera de diagnosticarla es mediante pruebas de laboratorio.
En sus primeras fases puede provocar algunos síntomas similares a los de la gripe conjugados con otros estomacales, como:
– Malestar general
– Dolores musculares
– Fiebre
– Pérdida del apetito
– Náuseas, vómito y diarrea
– Ictericia (coloración amarillenta en la piel y en la esclerótica, que es la parte blanca del ojo)
Si tu hijo la padece y está bajo tratamiento, contacta al pediatra cuando observes cualquiera de los siguientes signos, pues podrían indicar que el daño se está agravando:
– Confusión o somnolencia extrema
– Erupciones cutáneas
– Comezón
Prevención
Las tres clases de hepatitis son contagiosas.
– La A puede propagarse a través del agua o de alimentos contaminados, o adquirirse en centros donde las condiciones higiénicas son deficientes.
– Los inodoros y lavabos utilizados por una persona que la padece deben ser higienizados e incluso, quien cuida al enfermo tiene que lavarse las manos después de cada contacto con él.
– En caso de que tu familia viaje a una región con elevada incidencia de hepatitis A, es recomendable que se apliquen una vacuna, de la cual existen muchas pruebas que la confirman como un medio de inmunidad a largo plazo.
– También existe para el tipo B, pero lo ideal es que hables con tu médico al respecto.
Tips que les ayudarán a protegerse:
– Mantengan buenos hábitos de higiene
– Sean especialmente cuidadosos en lugares donde las condiciones sanitarias son deficientes y la calidad del agua sospechosa (incluso en las albercas)
– No coman mariscos o pescados procedentes de aguas contaminadas Utilicen desinfectantes para limpiar retretes y lavabos.