Lucy Romero
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Se ha encontrado clínicamente que entre 80 y 90 % de las mujeres de edad media (de 25 a 45 años) que acuden a consulta para resolver problemas de depresión, baja autoestima e inseguridad enfrentaron el no ser queridas por su madre.
– El embarazo representa la frustración de las ilusiones de muchas mujeres, lo que se reflejará, en el rencor que le guardarán a su hijo durante toda la vida.
El amor por un hijo se inicia desde el momento en que se planea su nacimiento. Pero una gran mayoría de los embarazos, no son deseados, y ocurren bajo las siguientes circunstancias:
– Se presenta en la adolescencia
– Es producto de una relación sin amor o afecto
– Es una obligación tras el matrimonio,
– Se da el embarazo, y la mujer es obligada a casarse, sin desearlo.
Estas circunstancias generarán que la mamá sienta rechazo por el embarazo, y eventualmente por el bebé producto del mismo.
– Un embarazo no deseado puede significar la frustración del proyecto de vida de la madre, quien podría terminar no queriendo al bebé.
– Durante el periodo de embarazo, el parto y la primera semana después de nacer el bebé, hay sentimientos encontrados, momentos de alegría y festejo, contrastados con depresión y tristeza, por enfrentar un cambio de vida tan drástico.
– De aquí nace, una actitud de amor-odio hacia estos hijos que no fueron plenamente deseados.
– Puede presentarse una actitud pendular, alternando ratos amorosos de la madre hacia el bebé, con ratos de ira, enojo y frustración en los momentos que el bebé suponga obligaciones de cuidado y alimentación constante, ineludibles para la madre, pero que ella considera le son impuestas, de manera arbitraria e irreversible.
– El hijo o hija, termina convirtiéndose en un enemigo natural que trastocó la vida de la madre. Bajo dicha justificación buscará presionar para que “haga lo que ella no hizo”, presionando continuamente por medio de comparaciones, haciéndole notar que hace mal las cosas, sobajamiento, reproches, acusaciones y tensión constante.
– Alimentando el rechazo, y falta de amor, la madre va enseñándose a “odiar” a sus hijos conforme estos se desarrollan.
– Los hijos terminan interpretando esto como deficiencias propias, se sienten poco inteligentes, incapaces de hacer algo bien, concluir proyectos, poco agraciados físicamente, y se perciben a si mismo como estorbos o culpables de problemas familiares.
– En reuniones sociales, es común que la madre busque exaltar virtudes de los hijos, esta acción incomodará y provocará el rechazo de los hijos, pues será percibida como falsa.
– Comúnmente, la madre manifestará que el hijo o hija, no le quiere, o que le maltrata, buscando que todos lo noten, y con ello, ser protagonista y víctima de la situación.
– El sentimiento maternal se matiza por el rechazo y la culpa. El hijo o hija es una persona que debe quererse por fuerza, esto provoca mensajes dobles causando una mayor confusión.