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¿Por quién diluyes tu vida?

Hoy cerramos hablando acerca de aquellos que creen que complacer, ceder y diluir su propia vida en favor de otros los hará que los amen más o al menos que los acepten.

julio 12, 2016

DILUIR LA VIDAMario Guerra
Tanatólogo
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#ConsultorioMoi con Mario Guerra 

Para todas esas personas que dejan de ser aquello que pueden ser por convertirse en quien creen que los demás quieren que sean. Personas que van debilitando su propia voluntad en favor de la de otros dando esto, en la mayoría de los casos, resultados contraproducentes.

¿Que sería diluir nuestra vida?

  • Dejar de ser como normalmente serías o como quieres ser.
  • No expresas necesidades, desacuerdos, opiniones o haces peticiones, no tanto por una experiencia negativa con una persona en particular, sino por tu deseo de “no molestar”, lastimar o defraudar a otros.
  • A veces el temor es la posibilidad de dejar de ser amados.

Esto, a diferencia de las relaciones codependientes o tóxicas, no se hace con una sola persona en particular, sino es una conducta que se replica en muchos contextos con distintas personas sanas y no tan sanas.

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Una persona que diluye su vida en favor de otros nos diría:

  • “Valoro más tu confort sobre el mío; valoro más tu paz mental que la mía propia, por lo que debo vivir una vida que no es la que quisiera”

¿Cuando empezamos a diluir nuestra vida?

  • Cuando desde niños a los adultos de referencia les pareció demasiado intenso o fuera de lugar nuestro temperamento o ciertos rasgos de nuestra personalidad.
  • Hablas mucho, preguntas demasiado, expresas tus emociones de manera muy “intensa”, te inconformas, expresas tus necesidades “inoportunamente” o simplemente protestas por una regla absurda o una autoridad inconsistente e injusta.
  • Cuando se nos premió, dió reconocimiento por actitudes de obediencia o sumisión o incluso se nos condicionó la pertenencia al grupo o el amor que se recibía. El refuerzo positivo nos hizo aprender esta conducta.

¿Cuáles son los efectos de vivir una vida diluida?

  • Tras años de no sentirse libre de ser uno mismo, de siempre estar pensando más en los demás que en sí mismo, una persona que tiene una vida diluida puede experimentar

Ansiedad

  • Al meterse en problemas para complacer o hacer cosas que no quiere
  • Saturación o posposición de actividades importantes, problemas de tiempo, trasgresión de reglas en favor de otro…

Culpa

  • Si siente que lo que hizo no ha sido suficiente para complacer al otro.
  • Consigo mismo, de tantas veces que se ha prometido que “ya no más” y que no ha podido cumplir.

Depresión

  • Al sentir que su vida no le pertenece y que está atrapado en un pantano emocional del que no ve la salida sin causar lo que cree será una tragedia.

Resentimiento

  • Contra sí mismo o contra aquellas personas que percibe no le dejaron ser libre, cuando quizá los otros ni enterados o conscientes estaban de sus “sacrificios”.

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¿Qué hacer?

  • No te apresures a ofrecer ayuda o a satisfacer las necesidades de otros de inmediato; especialmente cuando no te lo piden.
  • Aunque veas que nadie más dice “yo”, no te sientas obligado a pagar ninguna cuenta, tomar responsabilidades grupales o hacerte cargo de los deberes de otro.
  • Usa con mayor frecuencia el NO y sus variantes, donde aplique, por supuesto.
  • “No gracias”, “Por ahora no puedo”, “No quiero”, “No me gustaría tener que…”, “No estoy de acuerdo”, “Esto no lo voy a hacer, de una vez te aviso para que por favor no cuentes conmigo”.
  • Ante una petición directa no te apresures a dar una respuesta. Pide a la persona que te de tiempo para considerarla y evalúa tu respuesta.
  • A menos que te esté pidiendo un extinguidor durante un incendio.
  • Escribe un diario de lo que te gustaría decir o hacer y que no has podido.
  • No es para que corras a hacer algo, sino para que te vayas familiarizando con la idea de que un día lo harás.
  • Toma decisiones importantes pensando más en lo que tú quieres que en lo que otros necesitan o quieren.
  • No quiere decir que no te importen los otros, pero al final cada uno se debe hacer responsable de lo que haga a partir de lo que otro decida hacer.
  • No es una guerra contra nadie; por ejemplo, si otro decide algo que no te gusta, enfócate en pensar qué harás tú a partir de tus necesidades y la decisión del otro. Piensa en ti, no en venganza o revancha.

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Pide

  • Nadie ejerce la telepatía o la lectura de pensamiento. Si a veces pidiendo no se obtiene lo que se desea, sin pedirlo es muy probable que nunca suceda.
  • Sólo complace a una persona más y ya…
  • A ti mismo. Haz lo que sabes hacer tan bien (complacer), pero hazlo para ti. Empieza con placeres simples y pequeños (compra algo, toma un poco de tu tiempo para ti, duerme un poco más, etc.)

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julio 12, 2016