Con Eugenia Debayle
Experta en belleza
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Yuriko Takiguchi
Especialista en medicina oriental
Es una realidad, en la cultura occidental no nos enseñaron a tocar nuestro cuerpo. Se desconoce la razón, pero incluso en las rutinas de belleza, cuando nos lavamos la cara o aplicamos cremas, no entramos en contacto profundo con nuestra piel. Ese acto de tocarnos el cuerpo, deberíamos convertirlo en parte natural de nuestros hábitos, ya que interactuar con él es una forma de ponerlo en acción y de hacerlo que circule.
Es cierto que se requiere tiempo para ver resultados extraordinarios, pero desde la primera experiencia en los masajes faciales, se puede sentir la diferencia y cuando lo convertimos en parte del día a día, resulta enriquecedor. Después de ver sus aportaciones, los masajes faciales son la locura en Europa y lo más interesante es que la gente está regresando a lo básico, o sea a la sabiduría oriental que nos dice que somos parte de un todo y que debemos trabajar en ello.
Eishodo: ¿en qué consiste?
Es un término japonés que significa “Fuente de la eterna juventud” y es una especie de reflexología facial que consiste en usar las manos para lograr que la cara se vea hermosa y en su lugar.
Entre sus beneficios:
– Estimula la circulación
– Abre y drena los ganglios linfáticos
– Restablece los músculos
– Trabaja en puntos específicos y reafirma
– Es un lift natural
Aprendiendo cómo tocar y masajear, estos ejercicios les va a ayudar a mejorar y mantener el contorno de la cara, porque gracias a la combinación de muchas técnicas, los músculos regresan a su lugar y así disminuyen la papada y las bolsas de los ojos. Además, modifica las comisuras de la boca que empiezan a caer, haciéndonos ver tristes y el ancho de la nariz que solía ser afilada.