Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra
encuentrohumano.com
¿De qué estamos hablando aquí?
De personas con las que tenemos una relación afectiva; que pueden ser padres, hijos, pareja e incluso amigos; pero que de manera simultánea estar a su lado nos provoca inquietud, inseguridad e incluso miedo.
No nos vamos a referir aquí a un escenario donde ya se haya dado alguna agresión violenta y directa, que por supuesto eso por sí mismo es motivo suficiente para temer y alejarse de inmediato, sino a una forma más sutil de temor o inseguridad en una relación.
Es como una tensión de fondo, como si tuviéramos la certeza de que algo puede pasar en cualquier momento, pero no sabemos cuándo ni cómo, mientras en la realidad aún no pasa nada evidente. Es un sentimiento difuso de inseguridad que está a nivel inconsciente.
¿Pero por qué sentimos miedo de alguien que dice que nos ama, especialmente si no es abiertamente agresivo?
Tiene mucho que ver con nosotros y son dos cosas principales:
Bajas defensas
Porque ante quien dice amarnos, y a quien amamos, tenemos las defensas bajas y nos mostramos naturalmente más vulnerables.
Nos cuidamos más de los desconocidos, pero lamentablemente muchas veces quien nos lastima es alguien muy cercano.
Sensación de indefensión.
Como se ama no se piensa en dañar, pero tampoco se tiene la certeza de cómo debe uno reaccionar para evitar ser dañado sin lastimar el vínculo o la relación
¿Y qué hace el otro como para provocar miedo alguien cercano?
Básicamente de todo lo que puede amenazar la permanencia del vínculo emocional o la relación en sí misma.
La evolución nos ha dotado, en lo afectivo, con ciertos “sensores” y “sistemas de alarma” que se encienden principalmente ante todo lo que pueda representar exclusión:
Crítica, desprecio, indiferencia, rechazo o desaprobación.
Esto bajo diferentes formas de reaccionar como que alguien te deje hablando solo, te cuelgue el teléfono, te de la espalda, te eche los ojos arriba, suspire en desesperación, no te escuche, te interrumpa al hablar, haga burla o minimice tus problemas o tu sentir, desapruebe toda opinión tuya, te regañe por lo que sea, malhumor constante, ser de mecha corta (muy reactivo), haga muecas, encoja los hombros, tenga un tono ácido al hablar o simple y llanamente te diga “me vale” o constantemente te haga sentir que en todo estás mal.
¿Entonces qué hacer?
Si tú eres quien provoca miedo e inseguridad a tu pareja.
Observa tus formas de contestar, de estar presente cuando estás presente y de reaccionar cuando algo no te gusta.
¿Qué piensas de ti con relación a tu pareja? ¿Qué tú eres superior?
¿Dónde aprendiste eso? ¿En la infancia cuando te decían “Cuando tu vas yo ya vengo”?
Desacelera un poco, reprime tu necesidad de interrumpir, criticar o defenderte y escucha… sólo escucha, luego piensa y después actúa.
Si es necesario haz las paces con tu pasado y con aquellos que en la infancia te pudieron haber tratado como hoy