Mario Guerra
Terapeuta y tanatólogo
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Hay personas que se la pasan diciendo que quieren hacer o dejar de hacer algo. Lo hacen cada año con los propósitos o cada principio de mes. Ya más que deseos reales parece una cantaleta sinsentido y nos deja pensando si les gusta sufrir o si realmente no quieren hacer ese cambio en sus vidas (porque normalmente se piensa que si lo quisieran realmente ya lo hubieran hecho). Pero, ¿es así de simple? ¿O se puede querer una cosa y al mismo tiempo otra aparentemente opuesta?
¿De qué estamos hablando aquí?
• Personas que te dicen que quieren hacer, o dejar de hacer, algo y que por más que lo dicen acaban por no hacerlo.
• De esas personas de las que te dices “Para qué se queja tanto y no hace nada, la verdad es que ni quiere hacer lo que dice, porque si quisiera, ya lo hubiera hecho”. Pero si realmente no quiere hacer lo que dice ¿por qué lo dice?
Por ejemplo:
• Dices que quieres leer más, pero nunca hay tiempo, te aburres, te quedas dormido o no se te pega ni una línea de lo que has leído y lo dejas.
• Dices que quieres aprender a bailar, un idioma o hacer algo nuevo, pero nunca haces nada para hacerlo o te quedas en los primeros intentos.
• Quieres acabar la tesis o algo pendiente, pero mejor te pones a ver la tele o siempre hay algo que se te atraviesa
• Quieres empezar a llevar una vida más sana (dejar de fumar, comer distinto, hacer ejercicio), puede que empieces bien, pero no eres perseverante y lo dejas.
• Quieres cambiar de trabajo o empezar tu propio negocio, pero por más que ves casos de éxito, tomas cursos para emprendedores y tienes los recursos, nomás no empiezas.
• De aquí excluimos en esta ocasión adicciones o conductas compulsivas patológicas; hablamos de situaciones de la vida cotidiana con personas en situaciones normales.
¿Ahora sí vas a hacer cambios en tu vida?
¿Pero cuál es el problema con eso?
• Esto no sería un problema si no lo convirtiéramos en un problema.
• Es decir, si dejáramos de intentar cambiarlo o resistirnos a ese cambio.
• El problema central de todo esto radica en que esta situación no nos deja ser del todo felices.
• Porque si lo estuvieras realmente, podrías vivir en tu zona de confort y nunca pensar en hacer ningún cambio. Piénsalo, de seguro hay muchas cosas que hoy haces, que otros quizá no, que para tí no representan ningún problema, aún incluso si alguien te dice que deberías cambiarlo.
• El problema es que hay una voz que constantemente te recuerda que algo te falta por hacer y que deberías hacerlo por la razón que sea.
¿Por qué pasa esto?
• Hay una aparente discrepancia o incongruencia entre:
• Lo que se elige y lo que se decide.
• La elección es interior y generalmente es lo que realmente quieres; la decisión es externa (es el primer paso) y es lo que crees que puedes o deberías.
• Lo que se quiere y lo que se cree que se debería de hacer.
• A veces queremos algo, pero las presiones familiares o sociales (que muchas veces ya hicimos nuestras y vienen como un eco de la voz interior) nos hacen buscar otra cosa para sentirnos “buenos”, que hicimos “lo correcto” o lo que se supone que deberíamos de hacer.
Recompensa inmediata.
• Comer o tener una vida sedentaria te da un placer que ya conoces y además no tienes que hacer nada nuevo; el llevar una vida sana no sólo implica hacer cosas que ahora no haces, sino que te hace abandonar un placer conocido por uno supuesto futuro del que ni siquiera estás seguro qué te va a dar realmente.
Objetivos en conflicto
• Ambas cosas son de algún modo deseables porque nos dan algo que nos gusta o necesitamos.
• El problema es que ambas interfieren entre sí en el tiempo o el espacio.
• No puedes dormir y hacer ejercicio al mismo tiempo.
• No puedes estar leyendo un libro mientras te bañas o conduces.
• No puedes aprender inglés mientras estás atendiendo al público frente a un escritorio.
• Uno consciente y el otro inconsciente.
• Uno es el objetivo manifiesto y el otro el oculto que es el que nos está dando algo hoy mismo.
• El objetivo no es lo que haces, sino lo que te da lo que haces.
• No es fumar, sino lo que el fumar te da.
• No es la vida sedentaria, sino lo que eso te proporciona.
• Esto aunque digas “ver una serie no me hace sino perder el tiempo”.
• Eso no suele ser verdad, a menos que sólo te dediques a eso de manera compulsiva.
8 pretextos que te inventas para no cambiar
Posibles supuestos
• Sí lo deseas, pero tanto como crees.
• Es algo que te gustaría explorar, hacer o aprender, pero la realidad es mera curiosidad y tú ya lo tomas como si fuera un deber.
• A lo mejor cuando lo deseabas tenía más sentido, pero ahora ya no tanto.
• Supón que tienes una buena vida, pero no acabaste la maestría o la secundaria para el caso. Eso te ha carcomido y aún así no tomas los pasos necesarios.
• Tienes una creencia de no poder y temes más al fracaso.
• Hay quien no intenta algo por miedo a no poder. Cualquiera les diría que lo intenten, que “al fin que el no ya lo tienes”, pero lo desagradable de la sensación de fracaso es tan grande, que inconscientemente la evitan.
• Las renuncias que tendrías que hacer.
• Para cada “sí” hay un “no”. Empezar algo nuevo o dejar de hacer algo conocido traerá a tu vida no sólo cambios favorables, sino la desagradable sensación de dejar atrás tu mundo conocido del que habrás de despedirte. Hay una pérdida.
• Los costos que hay que pagar.
• Hay quien no quiere invertir horas de su vida en algo que no les da placer. No es que les guste el camino fácil y lo quieren todo “peladito y en la boca”, simplemente no les gusta sufrir (aunque sí quejarse)
• Algo distinto y que te lleve cierto esfuerzo tendrás que hacer y eso es inevitable
• La frustración de un método equivocado.
• Hay quien quiere hacer un cambio con resultados aquí y ahora.
• Muchos lo logran así, pero otros necesitan un proceso. Si este no es tu método personal, te vas a frustrar al no entender que hay avances y retrocesos.
• Hay quien cree que el cambio es gradual y a pasos.
• Si lo tuyo es más el cambio radical, esto del proceso y los pasos te va a desesperar y vas a volver a lo mismo.
• A lo mejor crees que eso es lo que deberías de hacer, pero en realidad no quieres.
• Hay ciertos hitos o marcadores de vida que se supone debemos de alcanzar para obtener la felicidad.
• Estos marcadores están impuestos por la sociedad y la cultura de cada tiempo.
• Acabar la escuela, casarte, tener un hijo, tener un nieto, viajar, etc.
• La realidad es que, más allá de lo conveniente o placentero de algo, no podemos experimentarlo todo en una sola vida. Habrá cosas que no quieras hacer y no las harás por más que los metiches te digan que deberías.
Pensamientos fantasiosos.
• Creer que si resuelves eso, tu vida estará resuelta.
• La realidad es que hacerse cargo de un problema no suele ser lo que resuelva toda una vida, pero sí nos abre el espacio para hacerse cargo de otros problemas que existen y seguirán existiendo.
Lo que te han enseñado
• Si desde niño te dijeron que siempre hay que estar haciendo algo y que estar “de ocioso” es malo, entonces cuando tienes que hacer algo porque “debes” (recopilar documentos ´para hacer tu declaración de impuestos), pero realmente no “quieres” (porque preferirías estar viendo un capítulo de Grey’s Anatomy” , acabas haciendo otra cosa que ni al caso como depurando tu correo o limpiando el refrigerador.
• Esto porque de todos modos ya lo “tenías” que hacer, pero ante lo desagradable de lo de los impuestos prefieres hacer esto para sentir que estás haciendo algo y no “perdiendo el tiempo” viendo la serie.
¿Te sientes decepcionado de ti mismo?
¿Qué podemos hacer?
No olvides que el objetivo es ser felices
• Entonces piensa si uno de tus dos objetivos (el que ya tienes y el que quieres lograr) es el que te da más felicidad, tanto en el corto como en el largo plazo.
• Ser feliz no implica que sólo me importe yo y que todo lo demás me valga.
• Ser feliz implica tener un equilibrio en la mayoría de las áreas de nuestra vida.
• Personal, social, afectiva, espiritual, física, etc.
• Pregúntate “Para qué” quieres hacer lo que supone quieres hacer y no haces.
• Qué te va a dar, qué diferencia va a hacer en tu vida, quién serías si no lo haces y quién si lo consigues.
• Practica el arte de dejar ir
• A lo mejor no necesitas hacer, sino dejar de creer que deberías de hacer.
• Expande tu zona de confort.
• Empieza a hacer pequeños cambios, aparentemente insignificantes, que te hagan empezar a moverte.
• Busca el punto donde experimentes cierta incomodidad, pero no demasiada y que tengas cierta sensación de confort o seguridad, pero no como el habitual.
El proceso de cambio se siente, pero no tendría por qué sufrirse.
Deja de buscar la perfección.
• Siempre habrá renuncias por hacer y nadie está exento de problemas aún en los mejores escenarios.
• Elige entre lo que quieres, lo que debes y lo que te conviene.
• Si haces mucho de lo que quieres, pero nada que ver con lo que debes, quizá termines por descuidar tu trabajo y meterte en otros problemas.
• Si haces sólo lo que crees que debes, pero nunca lo que quieres, vas a acabar en estrés, con gran frustración o incluso en depresión.
• Entonces quizá lo ideal sería pensar qué te conviene en el corto y largo plazo, combinar un poco de ambos (lo que quieres y lo que debes) o pensar que es lo que quisieras hacer, que además te haga sentir que deberías hacerlo y que además te convenga.