Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra
encuentrohumano.com
Hay personas que no sólo afirman sino que demuestran tener un interés romántico por alguien. Se muestran como personas atentas y entusiasmadas, hasta que de pronto, cuando todo parece ir mejor, se alejan de la relación a la primera señal de compromiso. Otros, en cambio, desde el día uno dejan claras cuáles son sus prioridades y, aunque expresan que desean una relación, nunca tienen tiempo para ella. Hablemos de las personas emocionalmente indispuestas y los efectos que en las relaciones causan.
¿Qué es una persona emocionalmente indispuesta?
Son personas que dicen querer una relación de pareja, incluso las inician, pero siempre hay algo más que les quita tiempo o atención para invertir en una relación. No son las ocupaciones o las circunstancias en realidad, sino su miedo o incompetencia para relacionarse lo que los hace desear, pero al mismo tiempo rechazar el amor, justo cuando empieza a hacerse más profundo y comprometido.
Por ejemplo:
Personas que ya están en una relación comprometida con alguien más.
Personas que aún no salen de una relación pasada. No necesariamente en lo legal, pero sí en lo afectivo (incluso si la relación con su ex parece ser muy mala).
Personas cuya prioridad, por momento de vida o por alguna otra razón, son sus hijos y nadie más.
Esto también puede aplicar cuando la prioridad es la madre o el padre, como cuando desde la infancia tuvimos padres narcisistas o chantajistas que no nos han dejado crecer.
Adictos, incluso al trabajo. Para ellos su adicción es su prioridad y no tú.
Personas que buscan relacionarse con personas geográficamente distantes a las que no pueden frecuentar más que por medios virtuales.
¿Por qué nos relacionamos con alguien así?
Muy frecuentemente, y de manera inconsciente, la cuestión es que somos nosotros los que estamos emocionalmente indispuestos para una relación y, al elegir alguien que también lo esté, mantenemos a raya al amor sin tener que asumir que somos nosotros quienes simultáneamente lo deseamos, pero al mismo tiempo le tememos.
Pero al achacarle al otro enteramente el problema, nos pone en un estado de negación de nuestra propia indisponibilidad y entonces no podemos hacer nada por repararnos.
¿Por qué no nos damos cuenta de cómo es el otro desde antes?
Porque al inicio muchos se pueden mostrar sensibles, vulnerables, abiertos y hasta expresar claramente su intención de amar para siempre, porque ese es su deseo.
El problema es cuando la relación se acerca a las fronteras de la intimidad; ahí es cuando suenan las alarmas y quien antes se acercaba ahora se aleja a gran velocidad o pone una gran muralla entre ustedes.
Por el enamoramiento.
Que es fantasioso y obsesivo y no nos permite ver las señales de alerta o nos hace verlas distorsionadas.
Por tu desesperación.
Cuando factores personales, sociales o biológicos presionan al sentir que el tiempo está pasando, y no tenemos pareja, de manera inconsciente los estándares personales tienden a ajustarse a la baja.
Es como cuando tienes sed de agua de limón con chía. Si no la has encontrado, y ya pasaron muchos días sin tomar agua, acabarás por beber de cualquier charco.
¿Y por qué son así los que no están disponibles?
Probablemente vivencias infantiles disfuncionales no resueltas.
Un estilo de apego ambivalente, evitativo o ansioso.
Lo que te hace decir “Ni contigo, ni sin ti” o vivir con un continuo miedo al rechazo.
Porque creen que deberían tener una pareja (quizá por un tema cultural, social o hasta de edad), pero sus prioridades o necesidades son realmente otras.
Vienen de una relación muy traumatizante y genuinamente se sienten desconfiados.
Al mantenerse muy ocupados en otra cosa, tienen la excusa perfecta para no profundizar en ninguna relación, aunque su deseo no desaparece, sino que queda sepultado bajo una avalancha de temores conscientes e inconscientes.
¿Cuál es el costo de estar en una relación así?
Te haces pedazos tratando de entender cómo funciona esa persona y la relación, lo cual es confuso y desgastante.
Todo empeora cuando tratas de “rescatar” o cambiar al otro para que sea alguien más abierto, expresivo o comprometido. Es un error porque es algo que nunca deberíamos forzar, ya que suele crear aún más resistencia.
Terminas sintiéndote solo, deprimido, sin importancia o rechazado.
Inviertes un valioso tiempo que no volverá, en algo que probablemente nunca te de lo que estás buscando. Vives como en una “irrelación”.
¿Qué hacemos?
Identifica, a través de lo que hemos dicho, si estás en una relación con alguien así. No te fijes tanto en lo que dice, sino en lo que hace cada vez que buscas avanzar en la relación.
Mientras más pronto te des cuenta de esto, más pronto podrás tomar decisiones. Quedarte mucho tiempo en una relación así es como vivir dentro de una pesadilla de la que cuesta mucho despertar.
Si te quedas mucho tiempo empiezas a entrar en una extraña espiral de falsa esperanza donde incluso sientes que la solución siempre está a la vuelta de la esquina.
Especialmente cuando la relación es principalmente virtual.
Reconoce, especialmente si te topas muy frecuentemente con este tipo de personas, que quizá tú también seas una personas emocionalmente indispuesta, producto de tus miedos y fantasmas personales.
Haz esta prueba. Ve ahora mismo y dile a esa persona que necesitas que definan el futuro de su relación; que le pongan nombre y que te clarifique sus planes a futuro en cuanto a Ustedes. Si no puedes hacer esto, por lo que sea, probablemente tú también estás emocionalmente indispuesto. Si lo haces y el otro huye, ya sabemos dónde está el problema.
Lo mejor es alejarse de una relación así, pero si sientes que esto no es posible por alguna razón, entonces es momento de empezar un camino hacia la búsqueda de ayuda para ti.
Recuerda que presionar sólo hará que se alejen o te lastimen más. Si te quieres quedar, que sea claro para ti que será bajo las reglas de esa persona y no de acuerdo a tus deseos y expectativas.