Gaby Pérez Islas
Tanatóloga
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Lo primero por hacer es reconocer que estás frente a un duelo. Que no todos los duelos tienen que ver con muerte o enfermedad, tienen que ver con perder y ganar. Tu familia y amigos están en duelo también así que no esperes que sepan actuar en todo momento de acuerdo a lo que tú necesitas.
Deberás ser claro, manifestar tus deseos y no esperar que te lean la mente porque te estarás condenando a la desilusión y desencanto. Para enfrentar este duelo necesitas estar bien descansado, en buena salud física y emocional, ser muy organizado. Si descuidas el más mínimo detalle y dejas un hueco sin considerar, puede volverse un agujero negro que te succione por completo.
Para que esto no pase debes ser muy organizado y no dejar cabos sueltos:
• Despedirme
• Empacar
• Revisar documentación
• Vacunas si las necesito
• Visitar a todos mis médicos antes de irme
• Llevar recetas y medicamentos para por lo menos los primeros meses
• Dejar aquí arreglados pagos y pendientes
• Encargar tus cosas y asuntos a quien vayas a delegárselos
• Controlar tus nervios
Si a todo esto vas poniéndole palomita, no te pasará que los árboles no te dejen ver el bosque. Es decir, lo urgente no lo quitará tiempo a lo importante. Lo verdaderamente importante en esta situación, es cómo te sientes, la ilusión y disposición que llevas para que todo sea experiencia y crecimiento. No empieces a pensar en términos de para siempre o nunca porque eso seguro que te deprime.
Prepárate para extrañar porque aunque seas la persona más fría del mundo te descubrirás a ti mismo viendo fotos en tu celular con cara de melancolía y queriendo saber qué estarán haciendo ahorita tus hermanos. De alguna forma te desarraigas y para no sufrir te haces el desapegado, independiente y que no necesitas nada, pero esto muchas veces es para ver si los otros también te extrañan, te buscan o qué hacen. No compliques las cosas con volverte sentido y ofendido. Todos los malentendidos están a una conversación de distancia.
La negación pasa muy rápido porque no hay manera de no darte cuenta que la vida para ti dio un giro de 180 grados, todo es nuevo, distinto y amenazador solo si tú eliges verlo así.
El enojo lo manifiestas hacia ti por los errores que cometes, no te propongas no tener ningún fallo, mejor prométete aprender de ellos. Enojo también hacia la familia o amigos que no reaccionan como tú quisieras o con la gente a tu alrededor porque son fríos, distantes, respetuosos al grado de no meterse para nada contigo, etcétera. Date cuenta que no es personal, simplemente, no son mexicanos.
La negociación es muy clara y sucede todo el tiempo, tú quieres hacer las cosas bien, crecer, aprender, ser más culto pero que todo eso suceda mientras a los tuyos y en casa le pones pausa a la cinta, todos se congelan y a nadie le pasa nada hasta que tú regresas. Por eso es tan importante despedirte bien de tus seres queridos, no es darles permiso que les pase algo en tu ausencia. Es que simplemente puede pasarles.
La depresión reactiva te va a pegar pero si te mantienes activo, claro de tu mente y lejos de los excesos de alcohol, cigarro u otras drogas la transitarás muy rápido y nuevamente te conectarás con el para qué hiciste esa mudanza. Cuando tienes un para qué definido, seguro que encuentras el cómo. El buen humor siempre ayuda, toma todas las nuevas experiencias con filosofía pero eso sí, cuídate mucho.
Finalmente llega la aceptación, que no te pase como a los niños que se van de campamento de verano y ya cuando de verdad la están pasando bien entonces ya es tiempo de volver a casa. Entrégate a la nueva experiencia, abraza la diversidad y lo desconocido y apóyate en una autoestima alta que te recuerde que tienes lo que se necesita para enfrentar lo que venga. Convéncete que no estarás solo porque el cariño de los tuyos no conoce distancia y además no lo dejaste en ningún cajón olvidado; lo traes puesto.