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Bájale dos rayitas al estrés

¿El día no te alcanza? ¿andas por la vida con miedo a que te corran o te corten? Aguas, vivir así sólo te desgasta y, sí te descuidas, puedes terminar con un trastorno de ansiedad.

julio 14, 2015

ansiedad  Por Anamar Orihuela
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Llegas a tu casa muerta después de todo un día de trabajo , tuviste junta con los jefes y la reestructuración de la empresa te tiene loca. Apenas aterrizas y tus hijos salen a abrazarte, no sin antes decir que necesitan cartulinas para mañana.

Tu estás muerta de hambre y lo último que quieres es aventarte al tráfico otra vez. Llamas a tu esposo pero te dice que no puede porque tiene una reunión hasta tarde, así que no hay de otra: tienes que ir. Vas, regresas, preparas la cena, revisas la tarea de tus hijos y los llevas a la cama. Llega tu marido y tienes que mostrar interés en sus historias y de lo odioso que es el licencido Taboada mientras cenan. El día acaba y por fin se van a dormir.

¿Te suena familiar? ¿no te parece un poco excesiva toda esta exigencia, cansancio, ansiedad y estrés? Bueno pues según el centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad 30% de la población padece algún tipo de ansiedad en algún momento de la vida. De ese grupo siete de cada diez son mujeres.

La ansiedad es una respuesta de nuestro organismo a situaciones nuevas o que percibimos como amenazantes. Es normal en ciertos casos, como la sensación que tienes después de un temblor o en la sala de espera cuando están operando a tu mamá, pero se convierte en insana cuando es tu estilo de vida, cuando te la llevas a dormir, a trabajar y hasta a las vacaciones.

Vivir con ansiedad no es vida porque tu consumo de energía es muy alto. Es como si tu organismo estuviera todo el tiempo a la defensiva. Esta situación genera problemas musculares por la tensión, gastrointestinales, insomnio o que despiertes muy temprano porque los temas que te angustian no te dejan en paz. También te hace sentir fatiga crónica por desgaste de energía, que podrías usar para actividades más creativas y productivas.

Cuando la ansiedad se convierte en un patología, o sea que se sube de nivel, puede llevar a una persona (de la nada) a vivir ataques de pánico, tener sensación de asfixia, palpitaciones, sudor en las manos, miedo a morirse entre otras cosas, que son un obstáculo para sus actividades diarias y que necesitan tratamiento médico y psicológico.

Retrato de un ansioso

Está a la defensiva. No se le puede decir nada porque de inmediato se defiende.
Inquieto e intranquilo. Su mente nunca para y los pendientes no lo dejan en paz.
Interpreta la vida como una amenaza. Vive sin confiar y piensa mal de todo.
Es controlador. Tiene la fantasía de que puede dominar y abarcar todo.
Va de prisa siempre. No tienen tiempo que perder, porque la vida se le va y hay que alcanzarla.
Es inseguro y aprensivo. En el fondo no confía ni suelta.

¿De dónde sale la ansiedad?

No saber delegar. Llenarte de actividades y querer resolver todo sobreexigiéndote y haciendo que la cabeza tenga mil pendientes.

Ser un desorden con e tiempo. Si vas siempre con prisa u tarde, llegarás ya ansioso a los lugares y con desventaja.

El celular todo el tiempo en la mano. Estar alerta todo el tiempo de si ya tienes un correo, si ya le dieron like a tu foto de Facebook, si que se conectó no sé quien el en whatsapp o si le dieron RT a tu último tuit son una fuente de ansiedad.

Querer ser perfecto. Genera toda la angustia del mundo, porque ¿qué crees? Nadie es perfecto.

Sí pero ¿cómo le hago?

Salir de la fantasía. Detrás de la ansiedad siempre está la fantasía de un miedo: me van a correr, me van a dejar…Pon en paz a tu niño interior, ése que siempre siente que no puede y no confía, y mira con objetividad las circunstancias. Puedes hablar y darle paz.

Aprende a respirar profundo. Cuando empieces a acelerarte pon en practica algo que te ayude a relajarte, como bajar tu ritmo, respirar profundo y hacerte saber que todo estará bien.

Practica alguna actividad. Caminar, bailar, correr, lo que más quieras o disfrutes. Pero no lo veas como un pendiente más, porque si no en ves de relajarte te va a dar ansiedad.

Libérate de la tecnología. Date vacaciones de tu teléfono . Vete al cien o a cenar con tu pareja o sin él. Así tu atención estará centrada en una sola cosa a la vez.

Disfruta lo que haces. Respira y pregúntate: ¿estoy aquí disfrutando el momento? Trata de estar más presente y agradece las oportunidades que te da la vida.

Confía en que puedes vivir la vida en paz. Mereces disfrutar y no llenarte de mi cosas, que es otra forma de no vivir.

julio 14, 2015