Alejandra G.
Tw. @alejandragzmn
Hoy, 9 de octubre, se celebra el día mundial del correo. Declarado en 1969, por el Congreso de la Unión Postal Universal (UPU).
Y nosotros lo celebramos de la manera más romántica.
En el pasado, muchos fueron los personajes que se comunicaban por medio del correo –no precisamente el electrónico- con sus esposas y familiares.
Escritores, artistas, físicos, compositores y más dejaron sus cartas en la historia para deleitarnos con ellas.
Aquí te dejamos algunas de las cartas más románticas e inspiradoras del pasado.
Franz Kafka, autor de La Metamorfosis, escribió muchas cartas a su amada a quien solo vio unas cuantas veces.
“La última noche soñé contigo. Lo que pasó no puedo recordarlo en detalle, lo único que sé es que nos fusionábamos uno con el otro. Yo era tú, tú eras yo. Finamente por alguna razón prendiste fuego”.
Beethoven a su amada inmortal
«Solo puedo pensar en ti, mi amor inmortal; solo puedo vivir del todo contigo o de ningún modo. Tranquila, mi vida, mi amor, solo pensando en nuestra existencia conseguiremos nuestro objetivo que es vivir juntos. Sigue, oh, amándome, nunca juzgues mal el corazón de tu fiel enamorado.
Siempre tuyo,
Siempre mía,
Siempres nuestros».
Frida y Diego
«Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos”
Sigmund Freud a Martha Bernays
«No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces labios».
De Jean Paul Sartre a Simone de Beauvoir
“Intenta entenderme: te quiero mientras presto atención a las cosas que pasan. En Toulouse simplemente te quise. Este noche te quiero en una tarde de primavera. Te quiero con la ventana abierta. Eres mía y las cosas son mías y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor”.
Albert Einstein a su gran amor Mileva
«En todo el mundo podría encontrar otra mejor que tú, ahora es cuando lo veo claro, cuando conozco a otra gente. […] Hasta mi trabajo me parece inútil e innecesario si no pienso que también tú te alegras de lo que soy y de lo que hago.»