Por Jacobo Dayán
Tw. @dayan_jacobo
Nuestro modelo tiene sus orígenes en Atenas y la República Romana. En la ciudad de Atenas en el siglo V AC se desarrolló la idea de un gobierno del pueblo, de los ciudadanos. Sin embargo los ciudadanos no eran todos, se excluía a menores de edad, mujeres, esclavos y extranjeros.
La autoridad se conformaba de una Asamblea de todos los ciudadanos que controlaba el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Incluso algunos de los cargos ejecutivos se asignaban por sorteo. Existía un Consejo que hacía las veces de cámara de diputados, sus miembros dejaban sus ocupaciones por un año y solo recibían un pago simbólico. La idea era todos trabajamos para todos, ¿casi como nuestros diputados, no?
Este modelo se fue perfeccionando en Atenas por cerca de siete siglos, los procesos democráticos son muy lentos ya que no sólo requieren cambios en la estructura sino en la conciencia de las personas, no hay democracia sin demócratas, no hay democracia sin entender que lo público nos corresponde a todos.
En paralelo, la República romana surge alrededor del año 500 AC. La institución importante de gobierno era el Senado que designaba cónsules que fungían como Jefes de Estado por un año y rendían cuentas al Senado, el ejecutivo bajo el control del legislativo. El cambio de la monarquía a la República fue complejo, al principio solo se generó un débil arreglo entre las clases acomodadas (patricios) y los pobres (la plebe).
Estos dos modelos quedaron congelados en el tiempo y sólo fue hasta el inicio de la caída de las monarquías absolutas europeas que formas elementales de democracia empezaron a ser discutidas e implementadas en occidente.
La primera se da en la Gran Bretaña a principios del siglo XVIII donde se crea una monarquía parlamentaria. Se mantiene la figura real y se crean la Cámara de los Lores (grupo aristocrático que no pasa por elecciones) y la Cámara de los Comunes (electo). Le siguió Francia y otros países anglosajones.
Desde la Revolución francesa y la Independencia de los Estados Unidos, occidente adoptó la democracia como modelo a seguir. Se entiende que el poder reside en el pueblo quien lo deposita de manera temporal en representantes, servidores públicos, que no tienen la capacidad de ejercerlo de manera absoluta (todo en teoría).
Es decir, el poder lo ejercen los representantes electos pero en primera instancia es del pueblo. Esto funciona bien en sociedades pequeñas, ya sabemos lo que ocurre cuando vamos a las urnas y no conocemos a los candidatos. Casi todas las democracias tienen los mismos problemas, algunos de ellos son: fraudes electorales, inequidad en los procesos de elección, para acceder al poder se requiere de agrupaciones políticas que de no tener contrapesos suficientes y efectivos van deformándose hasta llegar a convertirse en franquicias del poder, obedecen a sus propios intereses y no se acercan al ideal ateniense.
Para ganar elecciones se requiere de capital, quien lo aporta espera algo a cambio, así nuestros representantes no son tan nuestros. La democracia no son las elecciones, la vida democrática requiere de instituciones sólidas, estado de derecho, prensa libre y plural, oferta política diversa que represente al conjunto de la sociedad, discusión pública, ciudadanos en toda la extensión de la palabra. En todos estos elementos tenemos déficit importante.
Sin embargo, Winston Churchill calificó a la democracia como la menos mala de los sistemas políticos.
