Por Alejandra Ortíz
@alita_emo
El molusco en cuestión, además de buscar este lugar idóneo para ser comido, despliega espirales en sus antenas que lo hacen aún más visible y atractivo para sus depredadores. En cuestión de momentos un pájaro lo devora. El caracol, aparentemente, se ha suicidado.
Además del caracol existen muchas otras especies “suicidas”: grillos que se lanzan al agua para morir ahogados, hormigas que se agarran de una rama y esperan inmóviles la muerte. Estos comportamientos tienen su explicación en la evolución, pero no de las especies suicidas, sino de los parásitos que llevan dentro. Estos parásitos han evolucionado para controlar mentes.
En el caso del caracol suicida, un gusano llamado Leucochloridium paradoxum es el responsable. El caracol se infecta cuando come excremento de pájaro, donde viven las larvas del parásito. Una vez dentro del caracol, el gusano pasa a su siguiente etapa de vida, que es en forma de bastón; viaja a las antenas de su hospedero, lo que produce que se vean como espirales llamativas, y al mismo tiempo hace que el caracol trepe hacia su muerte. Una vez que el pájaro se come al caracol, el parásito completa su ciclo de vida, se reproduce dentro del ave, y sale felizmente en el excremento para iniciar de nuevo con su manipulación.
La estrategia evolutiva de controlar el comportamiento ha sido muy exitosa, y varios parásitos diferentes manipulan el comportamiento de sus hospederos para su propio beneficio. En ratones, por ejemplo, Toxoplasma gondii (el causante de la toxoplasmosis) les quita el miedo natural hacia los gatos, promoviendo que se acerquen a ellos. Es dentro del intestino de los gatos que Toxoplasma completa su ciclo de vida.
Actualmente este parásito infecta a un tercio de la población humana, ¿será posible que manipule de alguna forma el comportamiento de las personas? Algunos estudios han encontrado correlaciones entre el suicidio y la infección Toxoplasma. Si bien esto sugiere una relación que sería interesante de seguir investigando, no quiere decir que nuestro destino y voluntad estén controlados como el del caracol.