Por Martha Figueroa
Tw. @MarthaFigueroax
Soy de esas personas raras que cuando veo más de un pene desnudo frente a mí, me pongo nerviosa. No soy tan moderna, ni tengo alma de acero.
Por eso cuando unos entusiastas que conozco por Facebook me invitaron a pasear sin ropa en bici, no acepté. No fue por aguafiestas ni por darle la espalda al movimiento “World Naked Bike Ride”. Pero creo que es mejor que las estrías de siempre y mi nueva celulitis se queden en casa. No hay como dejar las imperfecciones entre cuatro paredes.
Lo bueno fue que, aunque no me puse a pedalear en pelotas el domingo por toda la ciudad, algunos creen que sí. Dice mi hermana que me parecía mucho a una señora muy nalgona que salió en las noticias, pero no ¡esas pompas no eran mías!
¿Qué quieres que te diga? Aunque soy una ciclista consumada desde hace años, no me gusta ejercerlo sin calzones. Traumas míos, supongo. Me parece antinatural, peligroso, poco higiénico y no quiero exponer mi trasero a un universo hostil. ¡Y también me dio terror terminar convertida en meme! (por apoyar la causa acabas colgada en internet o en el escritorio de algún depravado que se toca a la hora del lunch).
Además, mejor aproveché el domingo para leer toda la historia de los amores del Premio Nobel peruano. Él tan culto y profundo y terminar con la mujer más superficial de España…ay, el destino es tremendo.
A lo que iba, es que no quise ir al evento porque el propósito -o sea, “exigir respeto hacia los ciclistas, evitar el uso del automóvil y enaltecer tu fuerza e individualidad”- se te sale de las manos en cualquier momento, con tanta desnudez involucrada, y acaba mal.
Que quede claro que no me da pena mi figura, sino que no soy tan liberal y todavía tengo un hijo al que educar y corregir. Luego lo regañas por fumar y el te suelta “¡Tú te paseas encuerada en bicicleta!”. Y lo que sea de cada quien, así pierdes puntos para entablar negociaciones madre-hijo. ¡Perdón lectores, no soy una Yoko Ono! Tanto cuidar las formas y en un minuto de pedaleo acabas con todo (el ángulo anal no favorece).
Estaba viendo las fotos de la ciclo-marcha y aquello era un hormiguero de partes nobles. Nunca había visto tantas y tan variadas, bubis de todos tamaños, pompas de firmes a flácidas, falos de formas caprichosas y simples palitos. Lo que sí se me antojó fue montar un negocio alterno, un puesto -como los de auxilio vial- ¡pero de depilaciones y blanqueamientos! Por Dios, qué olvidada tienen la zona inferior algunas personas.
¿Y cómo le haces para saludar a tus co-manifestantes sin roce de cuerpos? (porque nunca falta el necio que quiere saludar de beso). A eso súmale la pena de encontrar conocidos, que si el vecino, que si el amigo de tu hijo (veinteañeros en busca de ‘cougars’), que si el amigo de tus padres, que si tu primo. Y de ahí a terminar en incesto como los Lannister -o como Vargas Llosa jajaja- hay solo un paso.
Uno de mis puntos es, debe haber una manera más eficaz de conseguir la atención de los automovilistas ¿no? Con qué cara le pides “¡Respétame!” con una bubi viendo para acá y otra para allá. Mejor vestidita con mi chamarrita, un chaleco naranja neón anti reflejante y un foco prendido en la cabeza.
Prefiero decirle al que inventó los circuitos ciclistas del Distrito Federal, que –por ejemplo- las bicis y los microbuses no pueden compartir carril. Se ve que pensó “vamos a ponerlos juntos para que no se aburran…¡a ver quien gana!”. Un genio en materia de convivencia.
Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora del programa Nuestro día que se transmite en Cadena 3, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico.
