Por Martha Figueroa
Tw. @MarthaFigueroax
Viendo la lista de ganadores de las elecciones, sólo puedo decir que ¡México se hunde! El Titánic es un poema comparado con lo nuestro.
Es que ya todo el mundo es político. Ves los nombres en las boletas y eso parece broma. Quiero llorar, pobrecitos de nosotros que ya estamos en plan “¡que nos gobierne quien sea! ¡da igual!”.
Con lo bonito que era ir a votar antes ¿no? Yo de niña me emocionaba, peinaba y acicalaba para acompañar a mis papás a las urnas. Me moría porque me dejaran meter el papelito por la ranura. Había un ambientazo. Ahora, muchos años después, todos tenían cara de amargados en las casillas electorales. Bueno, casi todos. Un amigo estaba felíz y cuando le pregunté por qué, contestó que porque le habían regalado un café gratis del OXXO por su voto. Dios mío, el ser humano y sus motivaciones… ¡Mejor un hot-dog!
Yo estaba contenta hasta que llegue a cumplir con mis compromisos eclesiásticos dominicales (fui a misa, pues) y el padre nos pidió hacer una oración por los ladrones que ésa mañana le robaron su misal favorito del mismísimo altar. Las ratas que andan sueltas y no respetan ni al Creador. Cualquiera pensará que no importa, que al fin el sacerdote se sabe la homilía de memoria, pero ese robar por robar es el que nos tiene fritos.
Me divertí mucho con los famosos que el domingo tuitearon a favor del Partido Verde en plena veda. Sé que es un asunto gravísimo, pero, la verdad, a mí me gustó descubrir que algunos personajes a los que seguía, son tontos o cabrones –que cada quien se acomode en su fila correspondiente-. Mínimo, son malos ciudadanos necesitados. Eso sí, todavía traigo el corazón roto por un par de grandes decepciones #sniff.
Lo bueno es que el tema me sirvió para conocer el nivel de moralidad, corrupción y patriotismo de mis amigos, compañeros y parientes. Les pregunté sí publicarían un ‘tuit’ de esos –o sea, comprado, ilegal, fuera de tiempo, mentiroso- con tal de recibir 600 mil pesos o más y casi todos contestaron que… ¡sí! Ya sé, algunos seres que me rodean son una porquería (unos hasta lo hubieran posteado por menos, ponle por 30 mil pesos).
¿Se acuerdan cuando admirábamos, queríamos o respetábamos o a los políticos?
Como están las cosas, yo cualquier día formo un partido y me postulo, al fin tengo mucho tiempo libre y siempre saqué ‘sobresaliente’ en Civismo.
Salvo algunos ‘tuits’ donde me dicen “vieja horrible, ojalá te mueras, pero antes te voy a …por todas partes”, o cosas así, siento que los desconocidos me quieren. ¡En serio! Además siempre he sido muy amiga, por ejemplo, de las minorías, la población vulnerable y los ciudadanos con capacidades diferentes. Bueno, siendo sincera creo que el único que me odiaba era un alumno de la escuela John Langdon Down, cercana a mi casa, que me escupía y me gritaba “puta, puta” cada vez que pasaba por la banqueta. No sé si tenía poderes extrasensoriales o qué.
A lo que iba es, dónde quedó esa bella época en la que te daba más emoción conocer al presidente que a un artista.
Esta columnista tenía 9 o 10 años cuando uno de los dibujos que hizo en clase fue elegido entre las ‘obras de arte’ que serían mostradas al señor Presidente. Así fue como terminé una mañana muy alegre en Los Pinos y José López Portillo disfrutó de mis rayones y manchas, perdón, de mi obra pictórica que carecía de lógica y era bastante subjetiva pero quedó entre las finalistas (eso significa que las otras niñas pintaban peor, que ya es decir).
Cuando don José me dio la mano y un beso en la cabeza, me retorcí todita del gusto.
También recuerdo que a veces cuando íbamos en el coche circulando por Viaducto, mi papá nos decía “¡miren, va a pasar por aquí el Presidente!” y nos poníamos felices con tanto motociclista y ‘tamarindo’ escoltándolo.
Ahora, yo tenía más nervios por el concierto de Kabah y OV7, que por la fiesta de la democracia.
“Un calendario, calendario de amor, calendario de amor ¡juntos todo el año tú y yo”!
Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora del programa Nuestro día que se transmite en Cadena 3, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico.
