Por Martha Figueroa
Tw. @MarthaFigueroax
Como no había nada bueno en la tele fui a la iglesia más cercana para pedir por mi salvación y de paso preguntar a dónde puedo mandarle una carta al Papa Francisco.
Es que acabo de leer que si tú le envías un texto sentido, él te contesta por la misma vía o te habla, directamente, por teléfono. Y yo, que a veces soy buena persona, siento que debo explicarle al Santo Padre lo que pasa aquí. Por eso se fue a Cuba, porque no sabía la lista de penurias mexicanas actuales. Por eso prefirió ir a visitar a los hermanos Castro (a Raúl y Fidel, no confundir con Gualberto y Benito) en lugar de atender la propuesta del Presidente Peña Nieto para venir a México.
Sospecho que alguien nos hizo quedar mal con don Bergoglio y creo que su colega Benedicto tuvo que ver. Seguramente le contó “en México sólo quieren a Juan Pablo II, cuando yo fui al Cerro del Cubilete nada más había souvenirs suyos y me cantaban ‘tú eres mi hermano del alma realmente el amigo…”. Tiene razón, cada vez que recuerdo la última visita de Benedicto XVI a nuestro país, me da un poco de pena. No lo tratamos bonito. Es que los mexicanos estamos muy desactualizados en cánticos papales, somos faltos de tactos y nos pierden los errores de logística.
Lo bueno es que ahora los vendedores se han dado cuenta de que el Papa Francisco es súper popular y ya se pusieron las pilas a nivel merchandising. Es más, yo acabo de caer en las redes del consumismo religioso. Es que en la puerta de la iglesia de mi colonia hay un mercadito ambulante para los católicos aficionados al shopping. Compré una figurita pero no sé bien si es Juan Pablo II o Francisco porque se parecen (les pido queridos lectores que vean la imagen y me digan por quién votan). Eso pasa cuando reciclan la mercancía, no hacen bien todos los cambios y queda ambigua.
Por cierto, se han fijado qué bien le queda el traje a éste Papa. Se ve elegante y con buena forma, aunque supe que su nutrióloga (Vaticanus nutriologum) únicamente le permite comer pasta dos veces por semana. Siento frivolizar, pero es muy difícil vestirse de blanco… yo parezco Lola Beltrán ¡hasta sin túnica! Por eso prefiero el negro, como los arzobispos.
Pero como les iba diciendo, el domingo en la misa el padre oficiante nos pidió rezar por la gira americana del Papa, para que sus visitas a Cuba y a Estados Unidos fueran un éxito. Particularmente incluí, entre las plegarias, que Don Francisco (no confundir con el de Sábado Gigante que se acaba de retirar) no se cruzara con Donald Trump. Me dio miedo que el estúpido aspirante republicano a la Presidencia lo oyera hablando en español, lo confundiera con mexicano y le dijera “¡lárgate de aquí Panchou!” de mala manera.
No deja de parecerme, mínimo curioso, que la agenda del Jefe del Vaticano incluya países donde la mayoría tiene creencias religiosas diferentes al catolicismo. Claro, seguramente lo hacen para ganar adeptos. De todas formas, cuando vaya de regreso a Roma, todo el mundo dirá que lo mejor de su recorrido pastoral fue que usó un jeep gringo en lugar del ‘Papamóvil’, mientras él pelea por el medio ambiente y los inmigrantes. Qué superficial es la gente, deveras.
Mientras el sacerdote recitaba una parte preciosa de la ceremonia, de repente escuché a un feligrés muy entonado corear a todo pulmón “..Santo, santo es el señooor, hosanna en las altu-u-ras…” era Alexander Acha ¡a quien me encuentro en cada iglesia! Pobre hijo de Emmanuel, seguro cree que soy una ‘stalker’, pero les juro que lo mío es fe no acoso.
No quiero mentirles. Los milagros que pediré a Francisco I son para mí solita. No tengo ninguna intención de abogar por otros, incluidos los políticos o los pobres. No me juzguen, pero a veces deseo cosas que solo su Santidad o DNS –Dios Nuestro Señor- pueden cumplir.
Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora del programa Nuestro día que se transmite en Cadena 3, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico.