¿Han probado la mariguana? Yo una vez. Bueno, podrían ser 2…o 3…¿4? 

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2024-11-15 23:56:27
Legalizan la marihuana

El Factor Figueroa: El malvavisco gigante

¿Han probado la mariguana? Yo una vez. Bueno, podrían ser 2…o 3…¿4? 

noviembre 11, 2015

marthafigueroa  Martha Figueroa
  Tw. @MarthaFigueroax

Hubo una temporada en la que pensé que alguien de mi familia quería dedicarse a la jardinería, la aromaterapia o la botánica. Es más, juré que tenía un pariente chamán. Aunque su chamanismo no tenía que ver con el ‘autodescubrimiento y la luz’ sino con el amor por las yerbas y plantitas. Estudiaba en internet, compraba macetas y pasaba las tardes en el balcón en el cuidado de la cosecha.

Nuestra ayudante de toda la vida –sirvienta, compañera y amiga- era su socia en los quehaceres del mini huerto y en las vacaciones se turnaban la supervisión, porque hasta llevaban un calendario sobre las fases lunares y su influencia sobre las hojitas que cada día se ponían más picudas. Una labor de equipo preciosa.

Debo confesar que soy de esas personas que no distinguen el cilantro y el perejil, así que estaba maravillada con el plantío. Reflexionaba: “no por vivir en una gran ciudad tenemos que renunciar a llevar a nuestra mesa frutas y hortalizas frescas y ecológicas. Qué padre que siembren en mi propia casa acelgas, tomates, piñas…”.

Hasta que un buen día –ponle, malo para los vecinos- durante mi ausencia se hizo la gran quema del sembradío. Había tanto humo que los vecinos llamaron a la patrulla y mi querido par de agricultores casi termina en la cárcel.
Sí, qué inocente fui: ése balcón estaba llenito de mota en bonitas macetas. Era como un pedacito de Uruguay.

¿Han probado la mariguana? Yo una vez. Bueno, podrían ser 2…o 3…¿4?  Hace poco. Súper adulta. Digamos que soy una fumadora social, porque solo lo hago en los conciertos de Carlos Santana, en las bodas –para no deprimirme- y en las cenas de Navidad cuando están aburridas.

Fumar yerba es muy parecido a enamorarte: primero te atontas, después te da risa, luego lloras y al final comes y comes para quitarte la depre.

Mi primera vez fue en León y todavía me pongo risueña por todo lo que fumé en el estadio Camp Nou. Con eso de que Santana vaticinó que en México muy pronto se legalizaría la mariguana para acabar con la violencia, quise ser una pionera y le entré con fe. Dentro del relax, en el fondo pensaba “pues más vale que la legalicen ¡ahorita! Porque si hacen una redada, nos van a llevar a todos”. Varios años después, fumé mota en pleno Reforma ¡otra vez! por culpa del guitarrista. Porque escucharlo tocar y no darte un toque, es como un jardín sin flores, como un pan sin mermelada. Pero esa vez, se crearon lazos de hermandad absoluta entre los asistentes y hasta los polis sacaron su gallito…”uhhhh, qué buena ooooooonda”.

Todos mis encuentros –recreativos- con el cannabis han sido buenos, sólo un día sentí literal que me hablaba la Virgen. Iba con una amiga en un peregrinaje a la Basílica (sí, a veces soy una alma buena) cuando sentí que me habían inflado con bomba: los tenis me apretaban, las manos parecían manoplas, los cachetes se me hincharon, etc.

¿Se acuerdan del malvavisco gigante de Los Cazafantasmas que camina por Nueva York? Esa era yo, la peregrina de ojos achinados sobre la Calzada de los Misterios y la neta me reía como tonta. Es que la noche anterior, durante una cena navideña, comí 2 brownies de mota, con más relleno cremosito de lo normal –hechos por un chef con ganas de experimentar con la receta- y casi exploto. Dicen los expertos que fue por el efecto ‘5 a 1’, o sea, la marihuana comida te pega 5 veces más que un churro.

No crean que me gustan los estupefacientes o soy aficionada. No. Soy una pacheca ‘light’ inofensiva que nunca bebe alcohol porque odia los efectos colaterales.

Estaba leyendo que la luz verde al uso recreativo de la marihuana en México favorece solamente a cuatro personas que solicitaron un amparo. Este es un país rarísimo. Bueno, en fin. Tal vez lo mío sea envidia porque quisiera pertenecer al cuarteto especial, ser una de los ‘cuatro fantásticos’ con permiso para decidir qué hacer o no.

Es difícil escoger bando en el debate porque he sido una consumidora feliz en circunstancias muy divertidas, pero también una madre seriamente preocupada por las adicciones de los chavos (aunque digan que todos los hombres pasan por eso a cierta edad).

Sé que es una sustancia que hace menos daño que otras permitidas o legales. Pero no dejo de pensar qué pasará el día que sea más sencillo conducir por la ciudad bajo los efectos de la mezcla marihuana-bebida embriagante.

Voto a favor del uso medicinal 100 por ciento, sobre todo ahora que he leído -en Amazon- un montón de libros que afirman que cura el cáncer. Por lo pronto, ya pedí el frasco de aceite concentrado porque hace maravillas en la piel y quita las manchas. Me untaré y les cuento.

Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora de televisión, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico. 

noviembre 11, 2015