Por Martha Figueroa
Tw. @MarthaFigueroax
Ricky Martin y yo tenemos la misma falda.
Lo anterior puede sonar frívolo, pero yo creo que ese tipo de cosas te une ¿no?
¿Vieron las imágenes de la gira “One World Tour” en el Auditorio Nacional? Fue espectacular.
Cuando ves un concierto tú crees que te vas a emocionar con una canción o con algún recuerdo relacionado con “1,2, 3 un pasito pa’lante María” o con ‘wachuma with you livin la vida loca..’ Pero no, señores y señoras. La mente humana es compleja y es un misterio. Lo que a mí me conmovió fue cuando Ricky apareció trepado en el cofre de un convertible, porque… ¡usamos la misma falda!. Modernísima, negra, de piel.
No sé a quién se le ve mejor, la verdad. Es que sabrán que no tengo ni esos músculos ni esos pectorales para andar de camisetita negra –como él- entonces yo me pongo la faldita con algo más holgado –haz de cuenta con una camisa maravillosa que tengo, porque un día intenté con una chamarra de piel y parecía que me habían robado la moto-. Pero a lo que iba, es que ¡la moda nos hermana!, sobre todo a nivel cósmico.
Como quien comparte un ideal o como quien comulga con el mismo Dios (claro, sería más fácil decir que la falda costaba 12 dólares en una famosa tienda de Los Ángeles y por eso, todos la compramos).
Debo confesar que me emocionó la idea de estar conectada de alguna manera con Ricky Martin porque hemos vivido muchas cosas. Cada uno por su lado, claro. Pero lo conozco desde que yo era una reportera de melena grifa y lo entrevisté antes de una larga gira por Filipinas, Hong Kong y Singapur, a la cual no fui. Pero esa noche, durante el concierto de “Menudo” platicamos sobre la vida y sus sorpresas.
Por cierto, quiero mandarle desde aquí un saludo a Ricky porque sé que es un padre genial y también me agrada que siempre le desee “luz y paz” a todos los que lo rodean.
La única parte de la historia de Ricky que recuerdo con cierto pesar, es cuando canceló su boda con Carlos González, un asesor financiero que me caía perfecto. Y digo que es una etapa triste para mí, porque ya estaba lista para la fiesta. Cuando leí en el periódico “Se casa Ricky Martin”, brinqué de gusto porque en esa época yo no tenía mucha vida de pareja, entonces disfrutaba mucho la vida de los otros. Yo los veía y pensaba “¡el amor existe! ¡love is the answer!”.
Es más, me quedé con el regalo que le compré a los novios. Era un kit, digamos místico y práctico, porque incluía inciensos para sus sesiones de meditación y unas toallas nuevas maravillosas -es que siempre que lo agarran los paparazzi en la playa, se ve que las suyas ya están muy gastadas-. Es lo bueno que tenemos las madres, pensamos en ‘tips’ útiles.
Volviendo al presente, debo confesar que además de la siempre salvadora ‘black leather mini skirt’, a Ricky Martin y a esta columnista los une la famosa teoría de los “6 grados de separación”. Ya saben, la hipótesis que jura que cualquiera en la Tierra pude estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos.
Busqué una conexión científica, en la rama amorosa concretamente, y resultó que ¡nos une una ex pareja mutua! Por favor queridos lectores, siéntanse libres de pensar lo que quieran de mí. Sé que soy una ociosa y que estoy loca. Lo sé.
Aclaro que Ricky y yo no amamos a la misma persona, pero casi. La mejor amiga de un amigo mío, fue novia de Ricky y luego tuvo un romance con mi ex novio, que a su vez le dio mínimo algunos besos a otra ex pareja del cantante (sí, el pasado íntimo siempre te depara sorpresas en el plano astral).
¿Eso en qué nos convierte?
P.D. Espero que ninguno de ustedes termine conectado con Donald Trump. ¡El destino es canijo!
Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora del programa Nuestro día que se transmite en Cadena 3, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico.