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El huequito para el postre

Comes y comes y estás llenísimo, pero al ver el carrito de postres la cosa cambia, porque siempre hay un huequito para lo dulce, ¿o no?

julio 28, 2015

designer cakes on a pie plate Por Alejandra Ortíz
 Tw. @alita_emo

Después de habernos comido con singular glotonería el entremés, sopa, plato fuerte, probete de los demás comensales, y anunciar “ya no puedo ni un bocado más”, llega el carrito de los postres a desafiar eso que acabamos de decir. Para el postre siempre hay un huequito, aunque después de comerlo nos demos cuenta de que probablemente el huequito era más chico de lo que pensamos.

Esto tiene entre sus explicaciones que el azúcar promueve el reflejo natural del estómago a relajarse, es decir, a extenderse. Cuando el duodeno, que es la primer parte del intestino que se conecta con el estómago, detecta glucosa, manda una señal que hace que el estómago se haga un poco más grande. Esto permite que podamos comer más, pero también engaña a nuestra percepción y nos hace sentir que todavía hay mucho espacio que puede ser llenado con glucosa en forma de crema chantilly, mousse de chocolate, pay de limón o cualquiera de sus dulces presentaciones. Pensamos que el huequito para el postre es más grande de lo que es, nuestro paladar se deleita, y además, nuestro cerebro se tarda en decir “ya no más”.

La señal de que ya nos llenamos y que por favor no sigamos metiendo comida en nuestro cuerpo se dispara cuando ciertas moléculas llegan al intestino. Pero no todas las moléculas mandan esta señal al mismo tiempo. Las grasas, por ejemplo, al entrar a la primera parte de este órgano nos hacen sentir que ya no podemos más. Pero el azúcar es más engañosa y manda la señal hasta que se encuentra en una parte baja del intestino, cuando ya recorrió un largo camino, por lo que nos sentimos llenos hasta después de un rato de estar comiendo.

Eso quiere decir que podemos seguir cucharada tras cucharada de pastel, y en el momento en que por fin nuestro cerebro nos diga que ya estuvo, probablemente sea porque ya pasamos el punto sano para nuestro sistema digestivo.

La moraleja de esta red de señales y moléculas es que, aunque siempre haya huequito para el postre, lo mejor es que sea nomás una probadita.

 

Alejandra Ortíz es bióloga por Facultad de Ciencias de la UNAM, actualmente estudia el doctorado de Ciencias Biomédica,le gusta explicar el lado científico de la vida. 

julio 28, 2015