Por: Alejandra Ortíz
Tw. @alita_emo
El ritual de limpieza de cocina y platos se remata con la que a mi siempre me pareció inútil secada de éstos: ¿para qué secar los platos con un trapo, si de todas formas se van a secar solos con el aire? A mis padres les parecía irrelevante mi pregunta, y sin saberlo fomentaban la proliferación de lo que ellos mismos creían deshacerse.
Cientos de millones de bacterias nacen, crecen, se reproducen, comen y mueren felizmente en los trapos de cocina. Aproximadamente el 90% de las toallas y esponjas de cocina tiene algún tipo de bacterias coliformes, las cuales viven típicamente en las heces de los mamíferos. La mayoría de estas bacterias no son peligrosas para los humanos, pero como dice el famoso chiste, ¿cuántas bacterias de la caca se necesitan para cambiar un foco? Escherichia coli, famosa por causar diarrea, enfermedades respiratorias, y demás tipos de infecciones, se encuentra en un cuarto de los trapos de cocina. Quién sabe si esto sea suficiente para cambiar un foco entre ellas, pero sí es muy probable que pueda ocasionar una infección.
Ingenuamente creamos ambientes perfectos para las bacterias, ya que pensándolo bien, una fibra llena de recovecos microscópicos que se mantiene constantemente húmeda y a la que continuamente le agregamos salsa del espagueti, morusas del pan y el juguito que escurre del plato de unicel del pollo en descongelación suena como EL lugar en donde si fueras una bacteria, querrías existir.
Los residuos más peligrosos son esos juguitos de animales muertos. El pollo crudo, por ejemplo, tiene 50% de probabilidades de traer consigo Salmonella resistente a antibióticos. Cada vez que limpiamos una superficie que tocó este pollo crudo, nos exponemos a pasar de un lado a otro a esta bacteria que puede causar desde ligeros malestares estomacales, hasta una salmonelosis grave que puede acabar en el hospital.
La cocina, y en particular sus trapos, son un gran foco de infección. La próxima vez que te enfermes de la panza y culpes al puesto de la esquina, sería bueno que también te fijaras en la forma en que propagas bacterias por tu casa. Una manera de evitar esta contaminación es cuidar mucho lo que compras para comer y en dónde lo pones (como esas “sanas” pechugas de pollo), y dejar secar tus platos al aire, como yo bien quería hacer desde niña.
Alejandra Ortíz es bióloga por Facultad de Ciencias de la UNAM, actualmente estudia el doctorado de Ciencias Biomédica,le gusta explicar el lado científico de la vida.