Por Alejandra Ortíz Medrano
@alita_emo
Es común encontrarnos con investigaciones en las que los titulares dicen algo así como: “hombres con más testosterona son más infieles” o “las mujeres producen más oxitocina y por eso son buenas madres”. Esto puede que tenga algo de cierto, pero obvia un punto muy importante: la relación de nuestro comportamiento y las hormonas no es unidireccional. Va de allá p’acá y de vuelta.
Como ya sabemos y seguramente hemos experimentado, las hormonas afectan nuestro comportamiento, pero lo que pocas veces se dice es que la producción de hormonas está a su vez influida por nuestro comportamiento y el de los demás, así como otros factores ambientales.
Por ejemplo, se ha visto que situaciones de competencia estimulan la producción de testosterona en seres humanos. También se han hecho experimentos en ratas donde las que se someten a retos comienzan a producir más de esta hormona. Incluso la postura corporal que adoptemos tiene un efecto en la producción de ésta y otras hormonas. Esto cambia la perspectiva y nos da otro foco sobre las afirmaciones de que las personas con más testosterona son más competitivas o exitosas… tal vez lo que suceda es que han sido expuestas a más situaciones de este tipo, y también puede que sea una combinación de esto y de la biología personal.
¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Toda nuestra vida hemos estado expuestos a contextos donde los roles de género están presentes en mayor o menor grado. La evidencia de estudios como los mencionados arriba nos hace pensar que tal vez estas situaciones tengan algo que ver con las hormonas que liberamos y nuestro comportamiento, que casualmente encaja con esos roles de género. Es tiempo de reflexionar sobre si experiencias como pasar más tiempo con bebés, competir por un trabajo, ver una película de acción o una chick flick pueden tener influencias que no imaginamos.
La moraleja de este asunto es que la confección de nuestra personalidad es algo muy complejo que no se puede reducir a un solo factor. Hay que sacudirnos de determinismos biológicos, responsabilizarnos de ser buenos o malos padres, parejas, etc. Somos entes muy flexibles, influenciables, y no solamente por las hormonas.
Alejandra Ortíz Medrano es tapatía. Estudió biología y divulgación de la ciencia en la UNAM. Ha colaborado en diversos trabajos de comunicación de la ciencia en diferentes medios, y ha ganado varios reconocimientos por su labor en este campo. Poco a poco se identifica más con la señora loca de los gatos, y eso no le molesta.