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ISIS: intolerancia o negocio

Al parecer a la comunidad internacional y a la opinión pública no le ha parecido monstruosa la destrucción de patrimonio cultural de la humanidad por parte de ISIS.

marzo 26, 2015

Jacobo-DayanJacobo Dayán
@dayan_jacobo

No pasó de algunas notas y alarmas que parecían solo confirmar la brutalidad e intolerancia extrema de este grupo, autodenominado Estado islámico, que se sustenta, como muchos otros en la historia y en la actualidad, como poseedores de la verdad absoluta y por ello con el derecho de borrar cualquier otra lectura de la realidad. Estamos frente a la destrucción y pérdida definitiva de piezas que se remontan a los orígenes de la civilización.

¿Habría que actuar con más firmeza por la pérdida de vidas que por la destrucción de patrimonio cultural? Esta pregunta surge cada vez que se habla del tema, es un error de planteamiento, deberíamos actuar de igual forma en ambos casos. Nosotros somos nuestro pasado, citando la novela 1984 de George Orwell: “quien controla el pasado controla el futuro…quien controla el presente controla el pasado”.

Nos enteramos de la existencia de los talibanes con la destrucción de los budas de Bamiyán, el Jemer Rojo en Camboya arrasó con Angkor Wat, el nazismo prohibió arte bajo el título de “degenerado”, hoy ISIS destruye patrimonio milenario arameo y asirio. El grupo fundamentalista difundió imágenes donde destruía, incluso con maquinaria pesada, esculturas y ruinas de entre 2 y 3 mil años de antigüedad declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO.

El gobierno iraquí ha pedido apoyo al Consejo de Seguridad de la ONU: “El mundo y las organizaciones internacionales tienen que hacer frente a esta flagrante agresión del patrimonio de la humanidad”. Debido a que ISIS controla parte del territorio iraquí, no es posible dimensionar el daño causado a museos y sitios arqueológicos.

La UNESCO calificó los hechos como “crimen de guerra”. La Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado establece como bienes protegidos a la herencia cultural: “Bienes, muebles o inmuebles, que tienen gran importancia para el patrimonio cultural de los pueblos, tales como monumentos de arquitectura, sitios arqueológicos, obras de arte, edificios que conserven tales bienes, museos, bibliotecas, archivos”.

Actualmente, la lista de patrimonio mundial cuenta con 936 sitios inscritos, de los cuales 725 son bienes culturales, 183 bienes naturales y 28 bienes mixtos, situados en 153 Estados.

Si el asesinato por parte de ISIS ya no es noticia, los ataques al patrimonio cultural lo son menos.

Al igual que otros grupos y regímenes fundamentalistas, de oriente y occidente, de ahora y de ayer, en aras del dios único o de la democracia y la libertad, pretenden eliminar lo diferente y mandar a parte de nuestra historia y nuestro presente a la oscuridad. Se trata de negar y reescribir la historia para justificar un presente y buscar un futuro de “realidades únicas”.

La directora de UNESCO, Irina Bokova, señaló: “Este es un ataque más contra el pueblo de Iraq, que nos recuerda que nada está a salvo de la limpieza cultural que se lleva a cabo en el país: sus objetivos son vidas humanas y minorías, y se caracteriza por la destrucción sistemática del patrimonio histórico de la humanidad”.

La reacción da vergüenza, una condena por parte de la UNESCO, el Secretario General de Naciones Unidas y otras personalidades que llaman a la comunidad internacional, es decir al consejo de Seguridad de la ONU, a que tome medidas (que no llegarán) y que los responsables sean llevados a la justicia (que no ocurrirá).

Pero esta destrucción puede no ser solo un acto de barbarie e intolerancia. Hay sospechas fundadas alrededor del mundo de que se trata de una forma de financiamiento de ISIS. Es decir, destruyen parte del patrimonio pero saquean el resto y hacen pensar que todo fue destruido. El robo de patrimonio, como lo hizo el nazismo en su momento, va a dar a circuitos comerciales de tráfico ilícito de bienes culturales que terminan en colecciones privadas, esto representa ingresos importantes al grupo fundamentalista. Este tráfico ilegal es tan rentable como el de armas o drogas.

Este desfalco no se da solo en Irak, hay alertas en Siria, Mali, Egipto, Afganistán y Libia. Además, con preocupación en las últimas décadas se ha dado la destrucción de zonas de gran importancia cultural para pueblos indígenas de todo el planeta, incluyendo México, en la que la sed imparable de ganancias en aras del “progreso” está terminando con parte de nuestro patrimonio histórico.

¿Cómo pretender acabar con la barbarie de ISIS si no se actúa contra sus fuentes de financiamiento que involucran grandes ganancias en los sectores formales e informales de las economías? Poco hemos hecho por detener la violencia, ahora pasivamente se permite que se lucre con el pasado y el patrimonio de la humanidad pase a manos privadas.

marzo 26, 2015