Por Alejandra Ortíz
Tw. @alita_emo
Hace decenas de miles de años los seres humanos comenzamos a seleccionar algunos animales porque ciertas características de éstos nos ofrecían una ventaja o nos gustaban. Las vacas por su leche, las gallinas por sus huevos, los cerdos por su carne.
Esas características actualmente están “exageradas” en estas especies domesticadas en comparación con sus ancestros salvajes. El genoma de cada especie guarda la historia de su domesticación. Los genes que muestran muchos cambios en los últimos años son signo de que estuvieron bajo una fuerte presión; lo que sea que esos genes producen fue seleccionado fuertemente para quedarse.
De todos los animales domésticos, los gatos son misteriosos en éste y otros aspectos, ¿qué fue lo que les vimos? Aparentemente, nada. Ellos vieron algo en nosotros. El genoma de los gatos reveló que parte de volverse domésticos tuvo que ver con modificaciones en su comportamiento.
En comparación con los gatos salvajes, los gatos domésticos tienen genes que les hacen tener menos miedo a situaciones nuevas, y genes que les hacen buscar recompensas por sus acciones.
Pero, en realidad, no existe una acción concreta que los gatos realicen a favor de nosotros. Poniendo esto en contexto, fueron los gatos menos tímidos y más chantajistas los que comenzaron a vivir con los humanos. Probablemente se acercaron a nosotros por nuestra comida, entendieron que ronroneando y siendo tiernos podían acercarse más, y así fueron pasando estas características a su descendencia.
En pocas palabras, los gatos se domesticaron a sí mismos. Durante la domesticación de los gatos los humanos simplemente estuvimos ahí. Algunos dicen que nuestro papel en esta historia fue el de tolerar a estas mascotas y permitir su evolución, pero yo creo que más bien quienes aprendieron a tolerarnos (y a penas), fueron ellos a nosotros.
Alejandra Ortíz es bióloga por Facultad de Ciencias de la UNAM, actualmente estudia el doctorado de Ciencias Biomédica,le gusta explicar el lado científico de la vida.
