fbpx
2024-12-18 18:53:51

La intriga de la mollera

“No le toques la cabecita al bebé porque le lastimas la mollera” es una prevención clásica en las familias y a la vez un rasgo evolutivamente engañoso.

marzo 10, 2015

Ale-Ortíz
Por Alejandra Ortíz

@alita_Emo

Los bebés nacen con un huequito aguado en la tapa del cráneo que con el tiempo se vuelve rígido y que comúnmente llamamos mollera. Nuestros cráneos están formados por varios huesos; el punto de contacto entre huesos se llama sutura, y al nacer, las suturas craneales todavía no están fusionadas. De ahí que podamos sentir aguadito en la cabeza de los niñox.

Gracias a que no están fusionadas, durante el parto es mucho más fácil el paso del bebé a través del conducto vaginal, ya que algunos de estos huesos se traslapan y la cabeza se vuelve más angosta. Muchas madres (las más ñoñas) al saber esto seguramente exclaman: “¡Gracias evolución por tan gran diseño!”. Sin embargo, aunque el agradecimiento es válido, no lo es por lo que parece.

A primera vista podría pensarse que la mollera es una adaptación evolutiva. Esto es una característica cuyo origen está asociado a un proceso en donde los individuos que tuvieron ese rasgo en particular procrearon más hijos que los que no lo tuvieron, perpetuando esa característica generación tras generación.

Y aquí es donde se pone complicada la historia de la mollera. Hay muchos otros animales que la tienen, y lo sorprendente es que muchos nacen de huevo. En ellos, evidentemente, la mollera no sirve de nada. Esto nos indica que la mollera es un rasgo que existe desde hace muchísimos años, mucho antes de que incluso existiera el parto mismo, por lo que no fue una adaptación a éste.

Lo que probablemente sucedió es que la especie humana es tan sólo una heredera más de esta característica que se viene arrastrando desde hace cientos de millones de años y que nunca tuvo una utilidad. Simplemente es un subproducto de la manera en que se construyen los cráneos.

El que ahora nos convenga tenerla y efectivamente le haga la vida más fácil a las madres durante el parto es un ejemplo de cómo la evolución, por regla general, es mucho más oportunista que diseñadora. A la próxima que se le agradezca a la evolución, es más correcto decir: “¡Gracias evolución por ser tan aprovechada!”.

marzo 10, 2015