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Leche materna: nutrición para las bacterias

Se sabe que la leche materna es el mejor alimento que una mujer puede darle a su hijo, pero y si te digo que además nutre bacterias ¿qué pensarías?

julio 7, 2015

Alejandra Ortíz  Por Alejandra Ortíz
Tw. @alita_emo

La composición de la leche materna en los mamíferos es una maravilla evolutiva cuya composición obedece a las necesidades de los infantes. Para cada especie, millones de años de selección natural han llevado a que las hembras produzcan leche que contiene cantidades precisas de grasa, azúcares y demás moléculas que nutren a sus hijos.

Pero en el caso del ser humano, la leche materna contiene un tipo de moléculas, llamadas oligosacáridos, que son indigeribles para los bebés. No les sirven de nada, o al menos eso se pensaba hasta hace poco.

Dentro del intestino de cualquier humano, sea adulto o bebé, existe una comunidad grandísima de microorganismos. Son tantos, que dentro de nuestros cuerpos en todo momento hay una lucha tanto por espacio como por nutrientes, y el ganador no nos da igual. De la proporción de ciertos microorganismos que existan dentro de nosotros depende gran parte de nuestra salud no sólo intestinal, sino también inmunológica e incluso mental. Al parecer, esto lo tuvo en cuenta la evolución de la leche materna.

Recientemente se descubrió que los oligosacáridos tienen una función insospechada: la de nutrir a bacterias. Pero no a cualquier bacteria, sino las que son benéficas para los bebés, principalmente a Bifidobacterium, un tipo de micoorganismo que se ha demostrado es clave en la salud de los infantes.

Además, Bifidobacterium posee proteínas especializadas en aprovechar al máximo los oligosacáridos de la leche; es, digamos, su alimento perfecto y preferido. Esto es un ejemplo de coevolución, donde dos especies, en este caso la bacteria y el ser humano, han evolucionado a la par.

Le leche materna humana es un producto tan complejo que no sólo tiene en cuenta la nutrición de los bebés, sino la de quienes le pueden ayudar a los bebés. Competir con polvos enlatados contra millones de años de evolución parece, a pesar de nuestros esfuerzos, tan ingenuo como creer que alguna molécula en la leche materna no tendría ningún provecho para nuestros cachorros.

Alejandra Ortíz  es bióloga por Facultad de Ciencias de la UNAM,  actualmente estudia el doctorado de Ciencias Biomédica,le gusta explicar el lado científico de la vida. Síguela en Twitter @alita_emo  

 

julio 7, 2015