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Lo estúpidamente interesante de los cierres

El meticuloso diseño de este práctico invento no sólo se encarga de resguardar la parte noble de uno para que no ande a la intemperie causando tentaciones, también esconde información harto interesante.

octubre 16, 2015

eduardo

 Por Eduardo Iniesta

Tw. @eliniestae

A finales de la década de los 30, en pleno auge de los zippers en las prendas de vestir, se pensaba que las mujeres que usaban vestidos con cierres en lugar de botones, literal, eran bien “prontas” y de recato disparejo, ya que, por la mocha moral de la época, se tenía la perentoria convicción (siempre quise usar la palabra “perentoria” en una oración), de que las mujeres decentes no tenían necesidad de andarse quitando la ropa tan rápido. Casualmente, a nadie le preocupaba que un hombre pudiera encuerarse rápidamente o no.

El estadounidense Elias Howe, podría ser considerado el padre de los cierres porque en 1851 creó un diseño que patentó como: “cierre para ropa automático y continuo”. Pero no ostenta ese título porque andaba muy ocupado famoseando y haciéndose estúpidamente millonario con el invento que creó cinco años después, la máquina de coser. Así que 40 años más tarde el inventor del tranvía neumático, Whitcomb Judsonp, dijo: “Quítate que ahí te voy” y se presentó en la Feria Mundial de Chicago con su “clasp locker”, una aparatosa versión de los cierres de hoy en día que de inmediato comenzó a usarse en zapatos.

Pero fue hasta 1910 que el sueco Gideon Sundbäck comenzó a producir los cierres que todos conocemos y que usamos en un montón de cosas. Aunque si son observadores, quizá hayan notado que muchos de los cierres de su ropa, mochilas o bolsas; tienen las iniciales YKK, de la compañía japonesa Yoshida Kōgyō Kabushikigaisha, que es la responsable del 90% de la producción de zippers en todo el mundo.

Por cierto, en Estados Unidos llamaron zippers a los cierres por el ruidito que hacen al subir o bajar, ya saben, ese inconfundible “ziipp”. En México y varios países de Centroamérica fuimos más prácticos y los llamamos cierres porque básicamente es lo que hacen, cerrar o unir dos partes de una misma prenda. Y por lo de cremallera, ni me pregunten, porque no hay quien le atine al porque en España y Colombia los llaman así.

Pero no crean que todo es practicidad y buena onda con los cierres ¡NOOO! Porque ahí como los ven de inofensivos, este invento es el causante del 21.6% de las heridas genitales en hombres, así lo demostró un estudio realizado por el departamento de urología de la Universidad de California en San Francisco.

El estudio también reveló que los zippers y los prepucios son prácticamente enemigos naturales, ya que los hombres adultos no circuncidados son los más propensos a tener estos pequeños accidentes, aunque los glandes y los escrotos tampoco se han escapado de quedar atrapados en un cierre subido a las carreras. Eso les pasa por no usar calzones.

La buena noticia es que 98% de los pacientes que acuden a urgencias con el pene atorado en un zipper, no necesitan ningún tipo de intervención quirúrgica para ser liberados.

Y no vayan a creer que este es un estudio improvisado, porque se tardaron nueve años haciéndolo e investigaron 17 mil 616 casos, de los cuales sólo cinco mujeres tuvieron un encuentro cercano del tercer tipo entre el cierre y sus labios externos. Sí, yo me pregunté lo mismo ¿Pues cómo fregados le hicieron para atorarse?

Termina su columna y encuentra un motivo para siempre, neta siempre, usar calzones.

 

Eduardo Iniesta es conductor de radio y televisión experto en temas de diversidad sexual. También es un aficionado de encontrarle el lado estúpidamente interesante a la vida. Síguelo en @eliniestae

octubre 16, 2015