Eduardo Iniesta
TW: @eliniestae
Justo en estas épocas de guardar, hay regiones del planeta cuyas tradiciones podrían ser percibidas por como harto conducentes al pecado, por ejemplo el Festival del Kanamara Matsuri, o lo que es lo mismo, el Festival del Pene de Hierro en Japón.
Pues hora sí que hay de pasiones a pasiones, porque mientras los católicos de todo el mundo conmemoran y recrean la “pasión de Cristo”, los japoneses shintoistas celebran el primer domingo de abril de cada año en la ciudad de Kawasaki, su bonita pasión por el falo ¿por qué no?
El objetivo es pedir protección contra las infecciones de transmisión sexual y por una buena fertilidad si lo que se busca es tener chamacos; las personas que están a punto de casarse oran pon un matrimonio duradero y las embarazadas por un parto sano y sin complicaciones. Todo lo anterior se lo solicitan, muy empeñosamente, a la enorme escultura de un pene rosado, que muy simpático él, desfila por las calles de la ciudad en hombros de un grupo de privilegiados hombres que son los encargados de darle el tan esperado paseo anual. Si quieren busquen fotos, se ve bien bonito.
Y para los que están pensando que este festival es una jalada; permítanme comunicarles que se trata de una vieja tradición cuyos orígenes se remontan al año 1600 de nuestra era. Según cuenta la leyenda, un pervertido demonio con dientes muy afilados se enamoró de una bella doncella, la cual por obvias razones no correspondió a su amor y se casó con un apuesto japonesito. O sea, hay niveles. En venganza el demonio se introdujo en la vagina de la doncella, y cuando ésta y su esposo intentaron tener la bonita relación… ¡AUCH!
Ante semejante agresión, los pueblerinos muy meticulosos y diligentes solicitaron al herrero del pueblo que forjara un pene de hierro, el cual introdujeron en la vagina de la doncella, y cuando el demonio lo mordió se le cayeron todos los dientes y no le quedó de otra más que salir huyendo ya todo chimuelo.
Actualmente en el Kanamara Matsuri se puede disfrutar de una nutrida peregrinación y de otras actividades, como concursos de disfraces, competencias de esculpir penes en rábanos o sólo subirse en enormes falos de madera para tomarse la selfie (Y uno aquí sacándose fotos en la banana playera de Acapulco. Insisto, hay niveles). Pero la mejor parte de este festival es que todo el dinero recaudado se destina al financiamiento de investigaciones para encontrar la vacuna del VIH.
El único pero que un servidor le pondría al Kanamara Matsuri es que discrimina a los penes chuecos, porque a pesar de que tres de cada cinco hombres tienen el pene con algún grado de curvatura, en este festival no se ve por ninguna parte una escultura en honor a ellos.
Termina su columna y compra su boleto de avión a Japón.