Por Alejandra Ortíz
@alita_emo
Los antibióticos han moldeado la evolución de ciertas bacterias que son ahora resistentes a toda medicina, como Clostridium difficile, patógeno que causa un tipo de diarrea reincidente, y cuya infección ha crecido de manera alarmante en los últimos años.
La proliferación de esta bacteria está asociada con el uso de antibióticos, pues éstos matan a otras bacterias intestinales, dando lugar a un ambiente libre de competencia para Clostridium. Es muy común que ningún antibiótico funcione en el largo plazo y que la infección reincida. Sin embargo, existe una opción menos ortodoxa, más eficaz, y muy escatológica.
Los trasplantes fecales son un tratamiento en donde se le introduce o trasplanta a un paciente enfermo una muestra fecal de un donador sano. Se han utilizado para tratar la diarrea por Clostridium desde hace más de 50 años, y los doctores que los llevan a cabo no dudan de su efectividad.
El año pasado se hizo el primer estudio para comparar este tratamiento con los antibióticos en pacientes con C. difficile. El antibiótico curó al 27% de los pacientes, mientras que el trasplante fecal curó al 94%. Todos los pacientes recibieron su dosis fecal después de estos resultados y se curaron después de uno o dos trasplantes.
La idea detrás del trasplante fecal es repoblar los intestinos desplazando a Clostridium e introduciendo bacterias benéficas para la persona. Es más o menos como tomar yogurt o probióticos. La forma de hacerlo es bastante sencilla: se licúan excrementos de una persona sana con una solución salina y después se introducen al paciente. No existen efectos secundarios graves, además de ser relativamente barato y fácil.
Otra de las enfermedades que se pueden tratar con esto es la colitis. Así que ya saben: a dejar de hacer corajes o a hacerse la idea de recibir una donación especial.