Por Jacobo Dayán
Tw. @dayan_jacobo
Como lo han podido ver en esta misma columna en entregas anteriores, uno de los mayores retos que enfrentamos es el de la migración. El siglo XXI será el siglo de las migraciones. La migración “tradicional” es aquella que se origina como respuesta a la pobreza, la búsqueda de mejores oportunidades laborales o la reunificación de familias. La falta de crecimiento económico en muchas regiones del hemisferio sur ha hecho que el flujo migratorio crezca.
A esto se ha sumado, cada vez de manera más cuantiosa, la migración por desastres naturales y recientemente por violencia, persecución y guerras.
En las rutas de migración, ya sea de África o Medio Oriente a Europa o de Centroamérica y México a Estados Unidos, por nombrar algunas, se mezclan personas que buscan llegar a países con mejores oportunidades o escapar de la violencia. Se mezclan migrantes y refugiados, esto complica la forma en que debe abordarse la crisis.
Los niveles actuales de personas en busca de refugio son solo comparables a los de la Segunda Guerra Mundial. Basta recordar las escenas de un clásico, Casablanca y la lucha por escapar de la guerra. Entonces se buscaba salir de Europa, hoy se busca llegar a ella.
Los refugiados han alcanzado primeras planas en el mundo debido a las noticias e imágenes que recibimos desde Europa. Miles de personas abarrotando embarcaciones tratando de cruzar el Mediterráneo, oleadas de seres humanos de todas las edades provenientes de Siria, Irak o Libia llegando a Grecia, Italia, Hungría, Serbia o Macedonia, refugiados muertos en camiones en Viena.
La cifra no es menor, para finales de 2014 casi 60 millones de personas en todo el mundo se encontraban desplazados por la guerra. En promedio, diariamente más de 42 mil personas se ven obligadas a abandonar sus casas y buscar protección en otro lugar, 11 millones de nuevos desplazados dentro de las fronteras de su propio país, la cifra más alta nunca registrada.
De esos cerca de 60 millones, 19.5 millones eran refugiados, 38.2 millones desplazados internos y 1.8 millones solicitantes de asilo. Los países expulsores están encabezados por Siria. Afganistán y Somalia. El 86% de estas personas buscan seguridad en regiones en desarrollo lo que genera violencia y mayores presiones sociales, económicas y políticas.
Se ha generado un falso debate sobre si se trata de migrantes o refugiados. No son lo mismo.
El refugiado es una persona que ha escapado por persecución y tiene derecho a protección según el marco internacional. El migrante por lo regular sale buscando mejores oportunidades, escapa de la pobreza o busca reunirse con sus familiares. Aunque varios países abordan la actual crisis como una de migrantes, sin duda se trata de refugiados, esto aplica para la gran mayoría de los casos en Europa, el sureste asiático y los centroamericanos en nuestro territorio.
Según cifras del ACNUR, en 2014 se registraron 866 mil solicitudes de asilo, 45% más que en el año anterior. La cifra de 2014 se acerca al máximo histórico de casi 900 mil solicitudes de asilo registrado entre los 44 países industrializados en 1992.
En lo que va de 2015, más de 300 mil refugiados y migrantes han tratado de cruzar el Mediterráneo rumbo a Europa. Esto representa un preocupante incremento con lo reportado en 2013 donde fueron 219 mil.
De dónde saldrá la solución, muchos llegan por errores u omisiones de occidente ante conflictos que en algunos casos han sido instigados u olvidados por los países que ahora ven llegar a cientos de miles de personas buscando refugio.
Si se busca una solución real se debe trabajar en mejorar las condiciones en los países expulsores.
Jacobo Dayán es experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales. Actualmente es conductor del programa Así las cosas que se transmite por W Radio. Síguelo en @dayan_jacobo