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Núremberg: Fin de una era y principio de otra

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

noviembre 19, 2015

Jacobo Dayan

  Por Jacobo Dayán
  Tw. @dayan_jacobo

 

 

 

 

En la ciudad alemana de Núremberg se dio el inicio del fin de una era. Aquel mundo que mostró su peor rostro en Auschwitz e Hiroshima aceleró su implosión en esa ciudad al sur de Alemania.

El nacionalsocialismo tomó Núremberg como sede de sus faraónicos congresos del partido, perfectamente captados por Leni Riefenstahl en su documental “El triunfo de la voluntad». En esa misma ciudad, en septiembre de 1935, fueron promulgadas las Leyes de Núremberg; conjunto normativo que legalizaba la exclusión y la negación de derechos a minorías, principalmente judíos. La discriminación se hacía ley.

Para finales de la Segunda Guerra Mundial Núremberg era una ciudad destruida. A pesar de ello, fue elegida por los aliados para llevar a cabo allí los juicios contra los máximos responsables del horror que pudieron ser capturados. Fue la ciudad dónde inició el final de una era y se le dio cerrojazo.

Las potencias aliadas (Gran Bretaña, Francia, URSS y EUA) crearon el Tribunal Internacional Militar de Núremberg que inició los juicios un 20 de noviembre de 1945. Hace 70 años, jueces de esos 4 países realizaron los procesos contra 22 de los principales criminales nazis. Varios no pudieron ser llevados a la justicia ya que escaparon o se suicidaron antes. Hitler, Goebbels y Himmler, entre otros, evadieron la justicia terminando con sus vidas. Entre los nazis más destacados que fueron procesados se encontraban Hermann Göring, Rudolf Hess, Alfred Rosenberg, Julius Streicher y Albert Speer. 

A pesar de que insistían en que solo obedecían órdenes y que el Tribunal no tenía competencia sobre sus actos, el veredicto fue de sentencia de muerte a 12 inculpados, 3 a cadena perpetua, 4 entre 10 y 20 años de prisión y 3 fueron absueltos. Este fue el juicio más importante sobre lo ocurrido en los años de la guerra. El Tribunal realizó otros juicios, decenas fueron llevados a cabo en distintos países y varios siguen realizándose hasta el día de hoy. Entre ellos, destaca el juicio de Adolf Eichmann que se finalizó en 1961.

Así se cerró el capítulo de la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez se enjuició a las personas responsables del horror, a diferencia de lo que ocurría antes donde se sancionaba a los Estados.

El mundo decidió que había que cambiar de paradigma, poner en primera línea el valor de la vida y la igualdad de los seres humanos. Un par de documentos de 1948 asientan el nuevo acuerdo, ese que hoy parece doblarse.

El 9 de diciembre se firmó en la ONU la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio que inicia con: “Reconociendo que en todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad y convencidos de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional”. Aparentemente ya no se darían de nuevo crímenes de este tipo, de menos ese fue el compromiso.

Un día después, el 10 de diciembre de 1948, se adoptó la Declaración universal de los Derechos Humanos. En su preámbulo manifiesta “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”. Su artículo número No. 1 establece que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Ese era el mundo que se proponía la humanidad al salir del periodo más violento de nuestra historia. Hoy el horror de ambas guerras mundiales nos queda lejos, hemos olvidado, parece que vamos a repetir.

No olvidar Núremberg, ni el que dio origen al nazismo ni el que cerró esa puerta.

Jacobo Dayán es experto en Derecho Humanos, historia mundial contemporánea, genocidios y relaciones internacionales. 

 

 

 

noviembre 19, 2015