Por Alejandra Ortíz
Tw. @alita_emo
Te acercas y lo acaricias; en respuesta él te lame la cara y mueve efusivamente la cola. Tu perro y tú se quieren, y sus miradas despiertan en el otro la misma respuesta química que ocurre cuando una madre mira a su bebé.
La oxitocina, a veces llamada “hormona del amor”, es un mensajero químico con varias funciones en los animales. En todos los mamíferos está relacionada con la formación de lazos entre madres e hijos, cosa que es muy importante para el cuidado parental. En los humanos está también involucrada en la formación de otro tipo de lazos sociales, como entre familiares, parejas y amigos.
Otra particularidad de esta hormona en humanos es que mirarse a los ojos promueve su liberación, de ahí que cuando nos enamoramos tendemos a mirar a los ojos a nuestro sujeto del deseo, y al hacerlo se inicia un ciclo en que sentimos más apego al realizar esta acción. En otras especies esto no ocurre, de hecho la mirada fija puede ser interpretada como señal de amenaza.
Excepto, se acaba de descubrir, con los perros. Estos animales liberan oxitocina al mirar a sus humanos a los ojos, y provocan la misma reacción en nosotros. Es decir, pasa más o menos lo mismo que cuando una madre ve a su hijo o cuando una pareja de enamorados se miran mutuamente. Este hecho sugiere que el afecto que sentimos por nuestros perros es muy similar al que sentimos por miembros humanos de nuestras familias, y que ellos probablemente sienten algo parecido.
Los perros no usan el contacto visual para formar lazos con otros de su especie, es algo único para los seres humanos. Los perros han sido nuestros compañeros evolutivos desde hace aproximadamente 30 mil años, y durante este tiempo han logrado desarrollar mecanismos como éste, en el que se aprovecha la sensibilidad y comunicación visual humana para formar lazos.
Esto, además de hablar de la estrecha relación evolutiva entre ambas especies, quiere decir que cuando tu perro te mira fijamente no es que quiera chantajearte, sino que es amor del bueno.